Por: Andrea Bohorquez
Desde el 1 de enero de 2016, la ciudad de Bogotá estrenó alcalde mayor con el slogan: “Bogotá mejor para todos”. El primer mandatario Enrique Peñalosa Londoño arrancó un proyecto de ciudad, que desde sus inicios ha estado en el ojo de huracán. Iniciativas como la implementación de Transmilenio por la emblemática Cra 7ª, el metroelevado y la urbanización de la Reserva Van Der Hammen, han enfrentado a los ciudadanos y ciudadanas, pues hay quienes consideran estos proyectos como importantes iniciativas para la modernización de la ciudad, mientras que otros lo perciben como un plan de gentrificación para fundar una nueva Bogotá donde los sectores populares no tienen cabida.
Uno de estos controversiales proyectos, es la construcción del Sendero de las Mariposas en los Cerros Orientales de Bogotá. Proyecto que, aunque ha pasado de agache en la agenda de medios masivos nacionales, plantea interrogantes muy amplios, tanto en habitantes de la capital, como en residentes del vecino municipio de la Calera.
Principalmente el Sendero de las Mariposas busca ofrecer una amplia gama de productos y servicios de ecoturismo, a través de recorridos en bicicleta, acceso a restaurantes e incluso la incorporación de modelos de negocio, en donde se conceda la operatividad de los terrenos a cajas de compensación. Es el proyecto más ambicioso del gobierno distrital en materia de turismo y busca consolidarse como la “atracción” más visitada por propios y extranjeros, en inmediaciones de la ciudad de Bogotá.
Según la Alcaldía de Enrique Peñalosa, la construcción del sendero es además una excusa para preservar los cerros orientales, pues en la actualidad en estas zonas se presentan hurtos, se realiza la apropiación indebida de terrenos, y la explotación ilegal de recursos naturales. Además, la administración señala que es muy difícil acceder a estos terrenos en caso de incendios, pues la misma vegetación del lugar impide la llegada de cuerpos de bomberos y entidades de control ambiental como la CAR.
En Voces en Movimiento, estuvimos conversando sobre este tema con Selene Lozano, integrante de la Mesa de los Cerros Orientales y coordinadora de un espacio cultural comunitario denominado: La Casa de Los Colores. También nos acompañó Iván Murcia del colectivo Huertopia e integrante de la Mesa de los Cerros de la localidad de San Cristóbal, territorio Alto Fucha. En este diálogo, fueron varias las preocupaciones planteadas frente al proyecto, en materia no sólo de afectaciones ecosistémicas que la construcción generaría al territorio, sino en lo que respecta al derecho de los y las ciudadanas al acceso al agua y a un ambiente sano.
Particularmente, en el municipio de la Calera varios usuarios de un acueducto comunitario llamado Acua-líbano, que forma parte de una red de más de siete acueductos entre la Calera y Bogotá (Acua-barro, Acua-bosques, Acualcos, Dos Quebradas, La Esperanza), se verían seriamente perjudicados, porque la construcción del sendero, implicaría la eliminación de una afluente de agua, que surte del líquido vital a varias familias, tanto de sectores populares, como de estratos altos del municipio, pues desde la actual regulación de los vertimientos de agua, se impide el funcionamiento de estas estructuras, que se abastecen directamente del páramo de las Moyas.
Otra de las preocupaciones manifestadas por Selene e Iván, tienen que ver con la falta de voluntad política mostrada por representantes del gobierno distrital, para entregar información veraz y oportuna sobre las pretensiones de la actual administración, con la construcción del sendero; y por ende, de permitir espacios de diálogo con las comunidades para discutir el futuro de este proyecto, así como las posibles afectaciones que tendrá para el ecosistema y sus pobladores.
Adicionalmente, es casi inexistente el conocimiento que los ciudadanos y ciudadanas tienen sobre la importancia de los cerros orientales, para la salud ambiental de Bogotá. Esto, ha derivado en que organizaciones como Bagüe Tejido de la Montaña, e incluso la misma Mesa de los Cerros, deban librar una batalla jurídica y social muy solitaria, para lograr posicionar el tema en la preocupación tanto de gobernantes de turno como de la opinión pública.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, se hace fundamental abrir el debate no sólo alrededor del Sendero de las Mariposas, sino frente al proyecto de ciudad que se está ejecutando para los bogotanos y bogotanas. Los gobiernos distritales de turno deben entablar diálogos abiertos con las comunidades, frente a proyectos que tendrán implicaciones directas en sus formas de vida y que podrían generar afectaciones serias al medio ambiente. De lo contrario, apuestas como estas seguirán luciendo como iniciativas impuestas, sectarias e incluso violentas para las comunidades.
Desde Voces en Movimiento invitamos a nuestra audiencia, a movilizarse por la defensa de nuestros cerros orientales, y a rodear a las organizaciones de base que se han dado a la defensa de los territorios y de los derechos de quienes los habitan. Pero también invitamos a nuestros oyentes, a reflexionar sobre las iniciativas de ciudad que se están desarrollando, así como de los pros y los contras de sus ejecuciones.