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Conozca la historia detrás de la polémica foto ganadora de los Premios Simón Bolívar

Cristian Garavito, el fotoreportero de El Espectador y ganador del Premio Simón Bolívar por la fotografía del Hacker Andrés Sepúlveda en el 2015, nació en Bogotá el 1 de agosto de 1993. Su infancia la vivió en medio de cámaras ya que su padre era diseñador gráfico y siempre contaba con una en su hogar, desde ese momento se dio cuenta que su afición era la fotografía.

Por Paula Yulisa Ardila

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Garavito viene de una familia de clase media, es el tercer hijo, menor de sus dos hermanas. Cuando salió de su bachillerato anhelaba estudiar Diseño gráfico, por tanto, se presentó a las universidades públicas del Distrito. No pasó el examen de admisión en la Universidad Nacional de Colombia: en ese momento se dio cuenta que quería la fotografía, la ilustración y todo lo referente al arte. En Taller Cinco conoció a Gabriel Aponte y Nelson Sierra del periódico El Espectador.


Se presentó a periódicos, revistas y medios digitales que lo pulieran en su carrera, pero en ninguno fue aceptado; entonces tomó la decisión de hacer un portafolio de fotografías, su anhelo era realizar unas excelentes tomas para fortalecer su trabajo. Decidió entrar al Bronx en el centro de la ciudad de Bogotá, por las épocas cuando ocurrió la primera intervención de este lugar por parte de la Policía.


En el 2015 siendo fotógrafo del El Espectador es merecedor del Premio Simón Bolívar por la fotografía del Hacker Andrés Sepúlveda. El hacker fue condenado a 10 años de prisión y en medio de la audiencia decide guiñar su ojo, es en ese momento cuando Garavito capta el gesto y por esta razón es expulsado del tribunal.


Con 25 años de edad ha trabajado con diferentes comunidades del país, que ha dado a conocer a través de sus redes sociales.


Garavito sabe que con sus fotografías puede ayudar a aquellos que lo necesitan, como cuando publicó en Q’hubo unas fotos de unas niñas que necesitaban una operación costosa y urgente en sus ojos. Su trabajo consistió en buscar ayuda en sus redes sociales y la consiguió, por tanto se siente agradecido porque este ha sido el mejor premio que ha obtenido en su carrera, para él el Simón Bolívar solo ha sido un reconocimiento de su trabajo.

Nací hace 25 años en una familia bogotana de estrato medio. Salí de un colegio Distrital con ganas de ser diseñador gráfico pues me gusta la ilustración, la pintura y la historia del arte, pero también estaba buscando una universidad que me enseñara fotografía.Me presenté a varias instituciones y terminé estudiando por dos años y medio en Taller Cinco donde conocí por primera vez a un fotoperiodista y a un editor de El Espectador.


¿A quiénes?

Conocí a Gabriel Aponte y Nelson Sierra, se me abrió el mundo y empecé a hacerme más preguntas, como en qué sociedad vivo, qué puedo aportar para eso y ese tipo de preguntas.


¿Qué aprendió en Q’hubo?

Conocí a periodistas que me enseñaron cómo es el ejercicio periodístico, cómo es el ejercicio de la prensa roja, fue muy valioso para mí ese año. Aprender a hablar con las personas suena muy básico, pero cuando comienzas a entablar una relación con una persona y quieres mostrar las realidades, me parece súper valioso.

¿Por qué se salió del periódico Q’hubo?

Ya estaba un poco saturado y decidí cambiar y me presenté a El Espectador y pasé, allí es una dinámica totalmente diferente, porque es pasar de un periódico con una línea totalmente judicial a diario a pasar a un periódico donde conoces el país, donde comienzas a conocer otras situaciones, a trabajar más la imagen y hacer un periodismo más pensado.


¿Cómo fue lo del Premio Simón Bolívar por mejor fotografía periodística?


La verdad no lo esperaba y fue una escena totalmente cotidiana. Nosotros vamos normalmente 2 veces a la semana a Paloquemao a cubrir todo lo que pasa de casos Judiciales y audiencias que hay de políticos o de gente que capturan. Yo hice un seguimiento desde que se supo que era el Hacker, nadie lo conocía, entonces me tocó hacer guardia varios días, madrugar mucho, estar hasta las 11 de la noche, volver a madrugar desde las 4 de la mañana, hasta que un día en una audiencia dijeron: nos vamos a organizar, van a hacer una lista, van a entrar los medios y esa fue la primera vez que lo hicieron, fue el día de la condena de él.


Todos mis compañeros se hicieron en la parte de atrás de la audiencia, yo desconfié y fui el único que me hice adelante y entró el man y lo sentaron donde yo pensé que lo iban a sentar, entonces fue perfecto porque cuando llegó el juez nadie se puede mover, ya tenía el sitio perfecto, él estaba de perfil, él es calvo y la pared era blanca, entonces tenía que buscar un contraste para eso, había un televisor que estaba apagado y justo me dio el televisor con la cabeza entonces yo ya tenía la composición, solo estaba esperando que él girara o volteara la cabeza y estaba en esas y él nada que volteaba, comenzó la audiencia y la gente de televisión por temas de sonido pega los micrófonos a unos parlantes que tiene la sala, el parlante estaba arriba de mí.


En ese silencio de la audiencia se despegó un micrófono que cayó haciendo un ruido, entonces el man se asustó y giró: ahí comencé a tomar las primeras fotos y él se dio cuenta, yo lancé un rafagazo que sonó en toda la audiencia y se dio cuenta que había un fotógrafo en ese lugar: giró y picó el ojo, yo hice tanto ruido que el hombre del CTI me dijo que para fuera y me sacó de la audiencia. Con esa fotografía gané el premio.


Con su trabajo fotográfico Garavito quiere mostrar la realidad para que la historia se cuente por Sí sola.

| Nota del editor *

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