Se habla de empoderamiento femenino cuando, pese a las desventajas culturales, políticas, económicas y sociales, las mujeres adquieren o refuerzan sus capacidades para alcanzar una vida en la que puedan ser partícipes en términos de igualdad.
“De alguna manera esta palabra tiene que ver con la configuración de la mujer, no solamente en su entorno cotidiano, sino también en su entorno público y político, lo que implica hacer una revisión de su condición de cara a la participación en las decisiones y el poder ante la sociedad ,y también en las decisiones cotidianas”, precisó la docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de UNIMINUTO Seccional Antioquia-Chocó, Sandra Silva, quien estuvo como invitada en el programa La Voz de la U.
A lo largo de la historia nunca se consideró a la mujer como género potente con la capacidad de pensar y de crear, su concepción estuvo más ligada a unas situaciones de orden emocional y patológico, en la que se encuentra disminuida en el contexto social. Aún en pleno siglo XXI, estamos todavía frente a una serie de desigualdades, laborales y sociales, las mujeres siguen siendo víctimas del feminicidio, la violencia intrafamiliar, muchas otras vulneraciones de sus derechos.
La docente Sandra Silva habló sobre la crianza que han tenido las mujeres antioqueñas a lo largo de las generaciones: “Nos han criado para atender a los hombres, entonces desde ahí también nace una problemática, porque siempre se ha visto que las mujeres son para atender a otros y por eso las disciplinas para las que usualmente se requerían mujeres eran con el fin de ayudar a alguien, pediatría, psiquiatría, enfermería, entre otras”.
En el ámbito laboral también existe mucha desigualdad comparando ambos géneros, pues los hombres siguen ocupando en su mayoría, cargos de alto nivel, incluso aunque haya mujeres con una excelente formación académica para responder a dichos trabajos, que, por ejemplo, implican toma de decisiones relevantes. A esto se le conoce como “techo de cristal”.
No obstante, en Colombia se ha insistido en la legitimación de una serie de leyes que de alguna manera han servido para concederle algo de bienestar a la mujer en el marco de las desigualdades. Si se habla desde la Constitución Política de Colombia de 1991, el artículo 13 expresa que tanto hombres como mujeres están en igualdad de condiciones. Por otro lado, la ley 882 del 2004, “ley de ojos morados”, penaliza la violencia intrafamiliar. En cuanto a las mujeres transgénero entre los años 2016 y 2017, se han instaurado varias leyes que permiten el reconocimiento de su identidad a través de la cédula de ciudadanía y facilidades para realizar el cambio de nombre legalmente.
A pesar de que se ha avanzado en el tema, aún falta mucho camino por recorrer frente a la igualdad de género y la concepción de la mujer en la sociedad colombiana, y así es como se configura el empoderamiento femenino en búsqueda de una sociedad más justa con las mujeres.