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El Niño de Belén

¿Qué es la Navidad, qué sucede y algunos cómo tienen que vivir esta fiesta? Este año en el Vaticano la Navidad es de arena de playa.

Benedicto XVI, el 24 de diciembre de 2011, señaló que “Cuando Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio, en 1223, con un buey y una mula y un pesebre con paja, se hizo visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad. Francisco de Asís llamó a la Navidad «la fiesta de las fiestas» – más que todas las demás solemnidades – y la celebró con «inefable fervor»”.

Juan Pablo II, al comienzo del  pontificado, el 24 de diciembre de 1978 indicó que la Navidad “Es una fiesta extraña: sin ningún signo de la liturgia de la sinagoga, sin lecturas proféticas y sin canto de los Salmos”.

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No quisiste sacrificios ni oblaciones, pero me has preparado un cuerpo (Heb 10, 5).

“Por lo general, la Navidad es «una fiesta con mucho ruido”; expuso Francisco el 12 de diciembre de 2013 en la Misa en la Capilla de Santa Marta, donde el Sumo Pontífice celebra la misa diaria.

“Navidad es el misterio de una noche singular que, en cierto sentido, está en el tiempo y más allá del tiempo; es la fiesta de la vida”,  dijo Juan Pablo II el 24 de diciembre de 2000 en la primera homilía de Navidad de este siglo.

“Cada uno puede decir: ¡por mí! Navidad es este prodigio. Navidad es esta maravilla. Navidad es esta alegría. Nos vienen a los labios las palabras de Pascal: ¡alegría, alegría, alegría, llantos de alegría!” (Pablo VI,  Homilía del 24 de diciembre de 1977).

Lo que sucede, «si viene el Señor o si no viene; si hay sitio para el Señor o hay sitio para las fiestas, para hacer compras», indicó  el Pontífice  en la misa en la  Capilla de santa Marta  el 23 de diciembre de 2013.

“¿Y Dios?”, se preguntó Ratzinger al oficiar como papa su última homilía de la Natividad del Señor, el 12 de diciembre de 2012.

“Lo que se refiere a él, -dijo- nunca parece urgente. Nuestro tiempo ya está completamente ocupado. ¿Tenemos un puesto para Dios cuando él trata de entrar en nosotros? ¿Tenemos tiempo y espacio para él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Y así se comienza porque no tenemos tiempo para Dios”.

El hombre por sentirse poderoso, por lo general no se abaja; le es difícil. Para ingresar hoy a la iglesia de la Natividad en Belén, construida sobre “la Gruta”, la persona tiene que inclinarse porque la puerta es muy baja; el antiguo acceso, alto y espacioso hasta donde entraban caballos, desapareció.

El Cardenal Joseph Ratzinger terminó la homilía del 24 de diciembre  2011, pidiendo “ante todo por cuantos tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios; para que les llegue a ellos y a nosotros esa bondad que Dios, con el nacimiento de su Hijo en el establo, ha querido traer al mundo. Amén.”

!Feliz Navidad a todos!

| Nota del editor *

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