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El último viaje de Héctor

Vía 

Por Cristian Vega

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El más internacional de los colombianos, el primero que llevó a dar un paseo por el mundo a todo un país sorprendía a muchos con el inesperado anuncio de un nuevo viaje en el que él recorrería una nueva dimensión más allá de las estrellas y las constelaciones. Pero esa sorpresiva aventura del legendario Héctor Mora Pedraza, contrario a los que se pensaba llenó a muchos de sus seguidores y amigos de una profunda tristeza y consternación, ya que para ese nuevo viaje intergaláctico no llevó su equipaje, ni su pasaporte ni sus característicos sombreros que lucía con tanto decoro por varios años. De hecho, ni siquiera se llevó su presencia, ya que, para aquel viaje, solo se fue en espíritu y en buenos recuerdos de quienes lo vieron cada semana recorrer el ancho mundo en la época en que la única forma de hacerlo no era a través de Facebook, Instagram, Google Earth o en un blog, sino a través de una pantalla de televisión.

 La historia de este eterno viajero empezó en la población de Girardot, departamento de Cundinamarca, el 11 de abril de 1940 cuando nació para este mundo. Aunque cundinamarqués de nacimiento, su vida se forjó en las calles de Acevedo, Huila; en donde compartía cualquier pilatuna con sus compañeros de colegio que siguieron siendo sus más fieles amigos de andanzas, viajes y anécdotas hasta el último suspiro de su existencia. Luego la vida lo trajo a Bogotá, donde vino a cursar la carrera de Derecho en la Universidad Libre, pero en últimas terminó enamorándose de la televisión en donde empezó a hacerse conocer cuando se le encargó hacer el informativo de la Cámara de Representantes. Ante los Ilustres “Padres de la Patria” de aquella época de los 60´s y 70´s que posaban frente a una cámara de televisión (de aquellas de casetera y carrete externo), un micrófono y una luminaria; a Mora se le ocurrió la más genial de sus ideas: sacar la cámara de televisión de los antiquísimos estudios de Inravision, que en ese entonces se ubicaban en el sector de San Diego y en una que otra programadora aledaña que tenía los recursos para las mismas y llevarlas a recorrer el país y, por qué no, el planeta entero de la mano del colombiano que encendía cada noche su televisor.

Fue así como Héctor, quien ya era abogado titulado, decidió darle un vuelco a su carrera y optó por el Periodismo, colaborando con grandes de la época en esta rama de la comunicación como Yamid Amat, Margot Ricci, Oscar Restrepo, Juan Gossain y Jorge Enrique Pulido solo por mencionar algunos, en donde compartía también las oficinas del diario El Espacio en donde, a su vez, escribió columnas y noticias del acontecer diario de esa época.

La idea de un programa turístico en televisión ya la tenía definida luego de viajar a muchos países por cuenta de su alta participación en los grupos estudiantiles de su universidad. En el momento exacto, el entonces Presidente de Caracol Televisión, Jesús Álvarez lo invitó a Chocontá a presenciar la transmisión de un partido amistoso de futbol entre la Selección Colombia y el Onceno peruano desde las gigantescas antenas transmisoras que el Estado dispuso para la emisión satelital de televisión y allí logró concretar una reunión posterior para crear el primer programa turístico de la pantalla chica colombiana. La idea le descrestó a Álvarez, tanto así que le dio sin titubear el espacio que tenía una serie policiaca estadounidense, porque según le dijo Álvarez a Mora le salía mucho más barato producir el programa que pagar para emitir esa serie. Así nacería en 1977 “El Mundo al Vuelo”, programa imperdible dentro de la agenda televisiva de los colombianos y que religiosamente era sintonizado cada fin de semana junto con los melodramas de la época como La Abuela, el noticiero de Arturo Abella, la Santa Misa, los partidos de futbol y la reflexión diaria del Minuto de Dios con el Padre Rafael García Herreros.

En sus primeros programas tuvo varios personajes: un paisa que vendía camellos en Egipto (no el barrio, el país), la primicia de entrevistar a un miembro del grupo insurgente vasco ETA y a un joven recientemente elegido representante de Colombia ante la Organización Internacional del Café en Londres que muchos años después se convertiría en el Presidente de la República, Juan Manuel Santos.

Cortesía de Héctor Mora Jr

Desde allí, el éxito de Mora fue subiendo y subiendo. Ya estaba a la altura de los personajes más queridos de la televisión nacional, ya se codeaba con Fernando González Pacheco y su Animalandia y con Gloria Valencia de Castaño y su espacio Naturalia, la gente lo paraba a pedirle un autógrafo o a tomarse una foto junto a él. Pero ese cariño de la audiencia no fue para menos, cada domingo era obligatorio, tal como ver la Santa Misa de Cenpro o la de Lumen desde la Parroquia de San Juan Eudes, prender el televisor con El Mundo al Vuelo o Pasaporte al Mundo. Estos programas fueron la forma de recorrer todo el planeta sin gastar tanto dinero ni salir de la casa. Mora llevó a los colombianos por la Península del Sinaí, la Unión Soviética, los floridos paisajes europeos, los deslumbrantes paisajes del Amazonas, la belleza del árido desierto australiano y hasta ser el único colombiano en estar dentro de dos misiones espaciales (aunque nunca se subió a una nave espacial en su vida).

Fue el guía turístico de nuestros abuelos y padres, así como también fue su consejero en muchas cuestiones básicas antes de viajar, por ejemplo, cómo empacar la maleta adecuadamente, qué documentación se requerirá para entrar a cada país, cómo defenderse en un país donde no se habla español, cómo pedir comida en chino mandarín, un taxi en alemán, indicaciones en francés, comprar un producto en turco o cambiar pesos por dólares en Estados Unidos.

Su programa tuvo el lujo de permanecer 23 años al aire en televisión nacional, pero como nada es eterno en este mundo, su programa salió del aire en el año 2000, cuando la crisis de la televisión pública mixta posterior al nacimiento de los canales privados, hizo que las programadoras que no desaparecieron durante ese transcurso de tiempo, tuvieran que sacar programas, vender varios equipos, recortar presupuestos, reducir personal operativo y despedir a muchos de sus talentos, entre los cuales el Viajero Eterno fue uno de ellos.

Pero Hecticor, como le decían sus amigos, no se detuvo ahí, él siguió organizando viajes y excursiones por todo el mundo de la mano de su familia y varios de sus compañeros, amigos y colegas, para que el ciudadano de a pie pudiera tener su probadita más allá de estas fronteras. Así mismo, escribió varios libros sobre sus aventuras por todo el mundo del cual el más vendido fue una guía turística sobre China y sus maravillas. En sus últimos años tuvo un regreso fugaz en la televisión con el programa Turismo Capital, que emitió el Canal Capital en 2007 y en la dirección del Canal del Congreso en el 2008.

Cuando su programa salió del aire con el cambio de administración en el Distrito, Mora entró al mundo digital con un blog en Internet e incursionó en las redes sociales en donde compartía sus experiencias por el mundo, y claro está, siguió haciendo lo que amó hacer toda su vida: explorar el mundo.

Aunque se supo que tuvo varios inconvenientes médicos en el pasado, sus amigos y familiares aseveraban que Héctor Mora estaba perfectamente bien de su salud, por lo cual fue mucho más sorpresiva su partida a los 77 años a causa de una desconocida complicación pancreática, no sin antes dejar un último mensaje en su página de Facebook que hablaba sobre el 500 aniversario de la Reforma Luterana y el impacto que tuvo en la ciudad de Colonia (Alemania) una de sus paradas obligatorias.

La pérdida de tan sabio hombre que conjugó la televisión con el turismo en un solo programa con un efecto tan positivo en la Nación es irreparable, y puede que en mucho tiempo no se encuentre alguien que logre igualar lo que Héctor Mora hizo. Queda sí su legado, ese que sus hijos siguen con la pasión de su padre de darle la vuelta al mundo y, ante todo, queda el recuerdo de cada capítulo en el que llevó al país a descubrir más allá de lo que nuestros ojos ven y que nos mostró que no hay nada imposible para cualquier persona y más aún para un colombiano.

Héctor Mora partió al viaje de la eternidad, pero nos dejó un gran regalo: No dejar de soñar, ni de conocer, ni de explorar en este fantástico viaje que en últimas es la vida. Toda una vida resumida en su legendaria frase de batalla: “Viajar es un sueño que no termina nunca”.

| Nota del editor *

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