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En memoria del estudiante caído y revolucionario

Desde 1929, cada 8 y 9 de junio, se celebra en Colombia el “Día del Estudiante Caído o Revolucionario”, fecha en que se conmemora la lucha del movimiento estudiantil.

Vía 

Realizado por Camila Murcia Galán

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Para no ir tan lejos, aunque se debería, un 21 de Junio de 1918, un texto llamado “El manifiesto de la F.U. de Córdoba” (Argentina), activa el movimiento estudiantil y llama a los estudiantes y a toda la población en general, a combatir la represión, reaccionar y  luchar conjuntamente con el movimiento obrero (que en esa época sufría también grandes cambios, al verse trasgredido por la Revolución Rusa y la aparición de los partidos comunistas). El  texto es hoy en día un claro ejemplo del papel esencial del estudiante frente a las problemáticas que viven.

Motivados por los sucesos que se vivían en Argentina, en Colombia el 8 de junio de 1929, los estudiantes deciden marchar, por y con el pueblo obrero, en contra de “La rosca” – un suceso en el cual el Alcalde de Bogotá, Luis Augusto Cuervo, fue destituido por denunciar que el gobierno y algunas empresas se veían involucradas en el tráfico de influencias, peculado, persecución política, corrupción y la malversación de fondos públicos–.

Otras causas de las marchas fueron los hechos sucedidos el 6 de diciembre de 1928, miles de obreros y sus familias fueron asesinados por las Fuerzas Armadas por orden de quién era el presidente, Miguel Abadía Méndez. La orden se dio cuando exigían sus derechos por las pésimas condiciones de trabajo en la United Fruit Company (hoy en día conocida como Chiquita Brands International Inc), además del nombramiento del General Cortés Vargas como Jefe de Policía de Bogotá, quien había sido el encargado de ejecutar la orden del vil asesinato. El hecho histórico es conocido hoy como “La masacre de las bananeras”.

Fue precisamente durante esta movilización que el Presidente Abadía, empezó a destituir personajes de la famosa rosca, a causa de la creciente marcha. En celebración por este primer logro, los estudiantes continuaron su lucha y en horas de la tarde, cuando se acercaban al Palacio Presidencial, fueron reprimidos por la guardia de la policía, quienes dispararon contra el grupo Brigada Estudiantil del Centro.  En su momento fueron defendidos por los obreros y pobladores del sector que se encontraban cerca. Gonzalo Bravo Pérez – Estudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia y reconocido hoy como el primer mártir del movimiento estudiantil –, murió por una bala que entró por su espalda y acabó con sus sueños, pero que lo convirtió en el símbolo de la lucha y la resistencia estudiantil.

El 9 de junio de 1929, mientras se llevaba a cabo el funeral del estudiante Gonzalo Bravo, en medio de un río de gente, los estudiantes mantuvieron la huelga que habían iniciado el 6 de junio. En su momento Abadía declaró que se realizaría la investigación pertinente por la muerte del joven. Dichas investigaciones solo dejaron un sabor amargo a engaño, al declarar que de las armas oficiales nunca dispararon. La tragedia es un misterio que hasta el día de hoy, no está resuelto.

Desde entonces, cada 8 de junio se conmemoraba la muerte del compañero caído, y en la celebración del Vigésimo Quinto Aniversario en 1954, durante la presidencia de Rojas Pinilla, los estudiantes de la Universidad Nacional realizaron la tradicional marcha hasta la tumba de Bravo. Durante el recorrido, se presentaron varios choques con la Policía Nacional y en uno de estos, fue asesinado Uriel Gutiérrez – Estudiante de Medicina y Filosofía de la Universidad Nacional – con una bala que atravesó su cabeza, mente brillante destrozada en un segundo.

Imagen tomada de https://elpayanes.wordpress.com/2012/0

Ante lo ocurrido, el movimiento estudiantil indignado realizó una marcha en protesta. Y así el 9 de junio de 1954, entre discursos y cánticos, los estudiantes exigían respuestas al suceso de Gutiérrez. La carrera 7 con 13, testigo silencioso de muertes como la del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, fue nuevamente espectador frío de una masacre a traición, cuando los cánticos se convirtieron en el estruendoso “fuego” y los fusiles callaron las voces de varios estudiantes.

Fueron años en los que el movimiento estudiantil creció de manera abrupta, influenciado por los hechos que marcaban la historia universal, como la revuelta en Paris por parte de los estudiantes en 1968.

El movimiento estudiantil fue elogiado como “los héroes de la democracia”, y  gracias a la unión de las fuerzas de los movimientos cívicos, el General Rojas Pinilla, fue derrocado de su dictadura, la única que ha vivido Colombia. Años después, un duro golpe ataca al movimiento, cuando Julio Cesar Turbay, presidente electo en 1978, crea el estatuto de seguridad, que le permitió a la fuerza pública, encarcelar a todo aquel que portara libros de socialismo o alguno que promoviera la revolución, una época de persecución y desaparecidos.

Ahora en una era con un auge tecnológico tan grande como la que se está viviendo, las redes sociales se han convertido en el muro que muestra las consignas que antes se veían en panfletos o pintados en las calles. De por si las marchas y los movimientos de hoy en día, han demostrado la conciencia común que las personas han tomado frente a las distintas situaciones que acechan al país y al mundo.

Para muchas personas, estos dos días es cuando en las universidades públicas suceden los famosos “tropeles” que huelen a leche, crema dental y lacrimógeno. Muchos estudiantes han aclarado que para ellos la protesta no significa guerra, que no pueden seguir siendo estigmatizados y satanizados por los medios porque para la gran mayoría “tirar piedra” es un acto que no propone.

| Nota del editor *

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