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Líder a los 14

“La diferencia entre líder social étnico y líder político es que el segundo está detrás del poder”: Orlando Pantoja

Por Daniela Ovies

Es un día lluvioso, en todas las casas de Guapi están recolectando agua, por lo menos ya tienen algo, claro. ¡Hay agua! Una buena noticia, pues llevan 3 días sin luz, y contratar una máquina de ACPM que sustituya este servicio público es muy costoso. Pero no sé qué es peor, si quejarse porque no hay luz o vivir en el sector rural, al que aún no ha llegado el sistema eléctrico.

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Esta es una de las tantas problemáticas que constituyen la realidad con la que crecen los guapireños, por eso Orlando Pantoja se ríe cuando se le pregunta desde cuándo es líder social, porque en realidad lo es desde que tiene sentido de razón, es un hecho que marcó su vida. Hizo parte de las movilizaciones estudiantiles que ocurrieron en su colegio: “en los años 70 no les convenía que ningún joven se preguntara por lo que sucedía”, estudiar no era fácil. Afirma que quien llegaba a pregrado era por una beca de las que daba el colegio por intereses, cuya estructura era precaria, con el añadido de que a los profesores no les pagaban.

Después de ser expulsado por el rector y obligado a estudiar en la nocturna, descubrió que quería luchar por los derechos de cada miembro de su comunidad. Enterarse que ser enemigo del sistema trae consecuencias, fue algo que lo atrapó y que no permitió que dejara de luchar y de pensar en su comunidad.

Después de graduarse, Orlando viajó a Palmira para estudiar en la Universidad Nacional. En 1986 se crea Juventud Conquistadora del Agro (JUCODEAGRO), Y él era el único integrante que no estaba en el colegio. Por entonces se dio el boom de la Séptima papeleta, y los jóvenes se encargaron de difundir con la comunidad los acontecimientos que supondría una nueva constitución política, y es entonces cuando se reúnen varias organizaciones para seleccionar un delegado que representara a las comunidades étnicas para la reforma de la Constitución Política de Colombia de 1991, gestión que permitió la creación del artículo transitorio número 55. Con el tiempo la organización presentó sus estatutos y cambió su nombre a Juventud Unida por el Progreso (JUNPRO), al darse cuenta que tenían más campos de acción además del agro.

Orlando continuó en JUNPRO, pero: “en 2004 cambiamos el nombre porque los integrantes ya no cabíamos en el rango de jóvenes”, por eso ahora la organización se llama Juntos por el progreso jóvenes y mayores. Es un líder social étnico, es decir lucha porque se cumplan los derechos humanos de todos los miembros de la comunidad: “el Estado tiene una deuda histórica con las comunidades afrocolombianas que no ha querido ni quiere asumir”.

Desde hace seis años fue elegido para ser el Palenquero mayor (persona con mayor responsabilidad en la vida ancestral africana) de COCOCAUCA, regional que está conformada por siete Consejos Comunitarios (territorios étnicos colectivos, que guarda parecido con un resguardo indígena, que tiene aproximadamente de 5 a 70 mil hectáreas) y cinco organizaciones base, con enfoques sectoriales en víctimas y mujeres, entre otros.

La coca no es un cultivo ancestral, pero la comunidad recurrió a ella por la desigualdad, por la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas para vivir: “varias veces era cultivar para poder comprar una teja de zinc”.

De los aviones del ejército sale un líquido que cubre el territorio, que destroza todo: “acaban con animales, nos fumigan”. El agua está aún más contaminada de lo normal y por ello apenas tienen dos opciones: la consumen o mueren de sed.

“Una de las anécdotas que más me ha marcado fue la nominación al premio nacional de derechos humanos”, solo se puede ser nominado 3 veces y nosotros lo fuimos, además los jurados que nos nominaron fueron Suecia, Suiza y Norteamérica. “Eso nos ayuda a darnos cuenta de que es por ahí, que vamos bien; es uno de los grandes logros, porque significa que el trabajo se está viendo, de hecho, la página de COCOCAUCA nos ha ayudado para visibilizar las necesidades de los municipios”.

Denuncia que varios líderes sociales ya han pagado con su vida, bien durante el conflicto o durante lo que llaman posconflicto. Insiste en que la situación es difícil, que las amenazas siguen, porque un líder social siempre va a ser una piedra en el zapato para el grupo que quiera tomar el poder o que quiera oprimir la reivindicación de los derechos de la comunidad, o de algún individuo.

Es el primer miembro de su familia que decide ser líder social: ha sido y es amenazado por distintos actores. La vida de un líder social corre riesgo desde que decide serlo, sea de Guapi o de Bogotá. A modo de confesión cuenta que no ha realizado ninguna denuncia, porque de hacerlo debería salir del territorio: es decir. apenas ponga en aviso que su vida está en peligro, sus contradictores tomarían acciones.

Es necesario reconocer a líderes como Orlando, que, ayudan a la construcción de identidad desde su territorio y rescatar la cultura ancestral. Se trata de un líder que desde los 14 años ha tenido como proyecto de vida creer en un mundo posible, en la esencia y existencia del buen vivir, y su meta es construir un mundo más digno junto con otros.

Orlando Pantoja, Palenquero mayor de COCOCAUCA.

| Nota del editor *

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