Jorge Arcila nació en el municipio de Quimbaya, en el departamento del Quindío. Por razones laborales se fue a vivir a Armenia, y pese al terremoto que destruyó gran parte a la ciudad, él aún la habita hasta el día de hoy.

“Ese desastre fue algo que a nosotros nunca se nos pasó por la cabeza”, asegura Arcila.


“Como anécdota curiosa, recuerdo que yo estaba terminado de construir el garaje de la casa en la que vivía, y momentos antes de la catástrofe, le estaba dando golpes a la pared con una maceta en compañía de un vecino, pero de repente todo comenzó a temblar. Pensamos que la casa se había caído y de inmediato salimos a correr”.

De inmediato buscó a su familia, los dejó a salvo y se fue a rescatar a su madre en la Plaza de Bolivar de Armenia.

A pesar del caos que ya comenzaba a experimentar, Jorge no podía creer que fuera un terremoto lo que estaba sacudiendo al municipio, pues ya era una costumbre que en todo el Eje Cafetero se presentarán movimientos telúricos leves y de corta duración.

Una vez rescató a su mamá, camino a casa se encontró con situaciones duras y sin precedentes, la primera, fue el desplome del Instituto Técnico, el colegio más prestigioso del municipio. “Justo allí, la gente me paraba, porque me veían con cámara, me decían: por favor traiga ayuda, traiga médicos y venga con camillas porque hay gente en el piso”.

Fue testigo, mientras grababa con su cámara, de cómo las fachadas de las casas se caían encima de las personas que salían huyendo, “uno veía los pies de la gente debajo de un montón de escombros, y todo quedó grabado”.

En su relato, Jorge resalta la poca ayuda y asistencia social que tuvieron los damnificados, pues los primeros edificios que se desplomaron fueron los del cuerpo de Bomberos y el cuartel de Policía. Todo quedó a su suerte y fue completamente caótico.

“La plata para la reconstrucción llegó, pero no a donde debía”.

A Jorge no le agrada hablar de política ni de cuestiones sociales, menos para recordar sobre lo que ocurrió después del terremoto, sin embargo, señaló que al país llegó dinero en cantidad donado desde el exterior, para reconstruir el departamento y hacer de Armenia “la capital del mundo”, pero desafortunadamente, la plata fue dada a entidades que se la “robaron”.

“En lo personal tuve que pedir auxilio para la casa porque tenía que construirle las columnas, logré con mucha pelea que me dieran 8 millones de pesos. Las ayudas internacionales llegaron a manos equivocadas”.

Muchas personas dieron su testimonio de supervivencia luego de la catástrofe, Arcila lo reiteró. El caos que se generó en el departamento, después de la segunda réplica del terremoto, fue incontrolable, en ese momento comenzaron los saqueos a los supermercados, lo poco que quedaba en las casas semi destruidas se lo llevaron, nadie gozaba de seguridad en sus hogares, la incertidumbre era total.

Personas de escasos recursos de otras ciudades llegaron a Armenia pidiendo auxilio y una casa nueva. Esta información, según Arcila, se pudo corroborar en uno de sus videos, en el que se evidencia que un hombre, una hora después del terremoto, llega en un bus y apenas se baja comienza a pedir ayuda, plata y a decir que perdió su casa con la catástrofe natural.

“Yo tenía 37 años en ese entonces, dos hijos y esposa. Me atrevo a decir que a uno, en un momento de esos no le da susto, no le da nada, ni siquiera se logra identificar a las víctimas, yo hasta les pasaba por encima a los fallecidos porque estaban revueltos con los escombros. Lo único que me importaba era buscar la salida”.

Hoy en día, Jorge sigue siendo profesor en el magisterio, y vive con su familia en Armenia.

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