En una tarde cargada de sensibilidad y conciencia, el programa El Árbol Rojo, dirigido por Natalia Montejo, abrió su espacio a una conversación tan necesaria como luminosa. La invitada fue Karolains Alarcón Forero, antropóloga, maestra en Escrituras Creativas y escritora tolimense, creadora del proyecto “Palestina en palabras”, un libro colectivo que surge como respuesta poética ante el genocidio que sufre el pueblo palestino.
Desde el inicio, la voz de Natalia Montejo trazó el tono del encuentro: una reflexión profunda sobre la humanidad, la impotencia y la urgencia de resistir desde la palabra. Alarcón, con serenidad y firmeza, relató el origen de un libro que nació sin recursos económicos, pero con una fuerza espiritual y comunitaria inmensa. Escritores, ilustradores y lectores de distintos países de América Latina se unieron para transformar el dolor en creación, en una apuesta por no permanecer en silencio ante la barbarie.

El proyecto, explicó Karolains, es fruto de talleres colectivos realizados en la Fundación Cultural Maktaba, donde la escritura se entrelazó con la formación histórica y la empatía. Cada participante desde su propio duelo y asombro escribió desde la consigna “llore y escriba”, una forma de afirmar la vida en medio del horror. El resultado fue un libro dividido en cuatro secciones: Llaves, Escombros, Bordados y Cicatrices, que combinan ensayo, diario, narrativa y carta. En conjunto, son un testimonio polifónico que intenta devolver humanidad y memoria a un pueblo castigado por la guerra.
La conversación fluyó entre conceptos profundos y gestos de ternura. Karolains habló de la literatura como espacio de resistencia y sanación, capaz de reimaginar un futuro posible para Palestina. “El horizonte imaginativo está quebrado —dijo—. Queremos una Palestina libre, pero no sabemos imaginarla libre. La literatura puede ayudarnos a hacerlo”. En sus palabras, escribir se convierte en un acto de esperanza, una manera de sembrar un árbol aun cuando el mundo parece derrumbarse.
Natalia y Karolains coincidieron en que la palabra, cuando se comparte, puede tejer comunidad y despertar conciencia. “No se trata de pobresitiar —dijo karolains entre risas—, sino de mirar al otro con dignidad, de reconocer su cultura, su historia, su humanidad”.
El Árbol Rojo cerró con la lectura de fragmentos del libro, entre ellos un texto sobre la memoria familiar palestina que, entre lágrimas, recordó que incluso en medio del horror persiste el amor. La literatura, parece decirnos el programa, no salva del dolor, pero nos enseña a mirarlo con compasión y a no olvidar.

Redactado por Angie Molina, practicante y participante del Semillero en Investigación Él Árbol Rojo.
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…de pronto ahí está, delante de ti…” ¡El árbol rojo! “…rebosante de color y vida, tal como lo imaginabas…” Las voces de la escritura, en las hojas de “El árbol rojo”. Un programa del Taller de escrituras creativas “El Árbol Rojo”.








