Ser pontífice no es una ambición en si misma, es más la de ser un servidor de todos y tener el carácter del profeta, que es capaz de discernir sobre la realidad y proponer cambios substanciales, principalmente en los más cercanos, la Curia Romana.
Y es desde allí que el papa Francisco nos ha dado pautas que se pueden aplicar a los diferentes escenarios de la vida, el hogar, las empresas y si se quiere hasta en los mismos gobiernos.
Un tema interesante que conversan Eduardo peña y Hans Schuster en El Último Café.