“La ciudad de Marsella es muy antigua. Fundada por navegantes griegos procedentes de Asia Menor, el mito la remonta a la historia de amor entre un marinero emigrado y una princesa del lugar. Desde sus orígenes, ha tenido un carácter heterogéneo y cosmopolita: acoge las riquezas del mar y da una patria a quienes ya no la tienen. Marsella nos dice que, a pesar de las dificultades, la convivencia cordial es posible y es fuente de alegría. En el mapa —entre Niza y Montpellier— casi parece dibujar una sonrisa; y me gusta considerarla así, Marsella es “la sonrisa del Mediterráneo”. Por eso quisiera proponerles algunas reflexiones en torno a tres realidades que caracterizan a Marsella: el mar, el puerto y el faro”. Papa Francisco
Conversan el tema propuesto por el Papa, Eduardo Peña y Hans Schuster en El Último Café.