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El Árbol Rojo: conversación con la poeta María Tabares  

La poeta colombiana María Tabares, coeditora de la Revista La Trenza, defiende el concepto de la poesía expandida. Para ella, la experiencia poética va más allá de la palabra escrita; hace parte de un juego constante entre la luz y la sombra. 

“¿A dónde van los pájaros muertos?”, se pregunta la poeta María Tabares en uno de sus poemas del libro Álulas (2014). Lo mismo sería preguntar por el lugar al que van las palabras o por la forma en la que lo poético podría manifestarse más allá de la palabra: los colores y las formas, la música, las figuras que resaltan en un libro-objeto, los ecos de un grupo de mujeres que leen poemas con un megáfono por las calles de México o que escriben en un fanzine que defiende su lugar en la literatura. 

Pero preguntarse por los pájaros, tanto por los de la vida como por los de la muerte, es también preguntarse por los símbolos de su poesía, por los elementos que aparecen una y otra vez en su obra desde que empezó a publicar lo que escribía. En Las poetas del megáfono (2008), La luz, poemas de sombra (2010), Y cae y suena y nos invade (2011), que son algunos de sus libros de poesía publicados, aparecen los pájaros batiendo sus alas entre las páginas. También lo hacen en la obra narrativa de María, quien tiene además publicaciones en los géneros de cuento y novela. 

María Tabares es poeta y narradora, nacida en la ciudad de Bogotá. Se formó en la Sociedad General de Escritores de México y ha hecho parte de talleres de poesía, narrativa, dramaturgia y guion en España y México. En 2012 fue una de las ganadoras del Premio Nacional de Cuento La Cueva, uno de los más importantes del género narrativo. Entro otros reconocimientos, ha recibido también una mención de honor en el Premio Nacional de Poesía de Bogotá, en 2013. Textos de su autoría en diversos géneros han sido publicados en revistas y antologías de Colombia, Ecuador, México y Francia. 

En conversación con El Árbol Rojo, la escritora María Tabares habló sobre lo que para ella es el oficio de la literatura. “Como lugar común, la escritura es compañía”, dijo. Desde su mirada, escribir es un ejercicio de silencio; sin embargo, la escritura en sí misma es compañía y no soledad. “En el camino de la escritura uno no está solo; uno está con lo que lee, con lo que escribe y con uno mismo”, afirmó. 

Ese significado de la escritura como punto de partida se amplía aún más cuando habla sobre la poesía expandida, un concepto que conoce y maneja con plena confianza. Para ella, la escritura tiene un significado distinto, un valor mutante según el género en el que se escriba. Esto se debe a que la exploración de cada género en la escritura tiene una intención distinta, por lo que genera también un sentir diferente en quien escribe. “La escritura permite trascender el polvo y acercarme a lo que está escondido”, dijo.  

Esa búsqueda de lo que está en el contraluz del mundo y de las cosas es lo que hace María Tabares a través de su obra, especialmente de la poesía. Recava con la palabra como si fuera una pala incisiva para encontrar la reflexión profunda, por ejemplo, en la lectura que tenemos como seres humanos del desecho en la tierra y de las aves de rapiña como controladoras de lo malogrado; una lectura que se aleja de la mirada común y encuentra allí también lo poético y lo valioso de limpiar el mundo.  

En esa línea argumental se teje precisamente su último libro: Así limpio el mundo, dedicado curiosamente a la exploración poética de los buitres y de lo humano, como parte de su ejercicio de la poesía expandida. A través de esa práctica escritural propone un ejercicio de arte poética; es decir, de reflexión y escritura sobre la escritura y la poética en sí mismas. En el libro aparecen, con la misma constancia de siempre, las aves como un elemento permanente. “Hay algo con los pájaros y el aire, como la vida y la muerte, que me ha acompañado todo el tiempo” expresó.  

Y si para las aves, incluso para aquellas que limpian el desperdicio del mundo, su objetivo es volar, para María el sentido es buscar la voz propia. Lo mismo sería decir: caminar en la escritura, más que ir buscando algo específico, porque también la palabra tiene ese tanto de enigmático en su esencia. “Cuando uno empieza a escribir, no sabe lo que va a venir adelante”. Al final, el resultado de la escritura es contundente y marca la vida: “Terminas sabiendo un poco quién eres”. 

Pero en esencia, el sentido de la escritura y de la poética para María Tabares es comprender y descubrir que detrás de la vida que nace y muere diariamente, hay más que lo tangible. “Toda escritura revela algo. Cuando se habla de las puertas, hay algo más que las puertas; no es solo una foto naturalista de una puerta. Habla de un tránsito, de un dolor si está cerrada o de su servicio”. Todo eso, para ella, lleva a una sola conclusión: hay cosas en el contraluz de la vida que solo la poesía y la expresión poética permiten ver con claridad. 

Redactado por Gustavo Montes Arias, integrante del Semillero en Investigación El Árbol Rojo.

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…de pronto ahí está, delante de ti…” ¡El árbol rojo! “…rebosante de color y vida, tal como lo imaginabas…” Las voces de la escritura, en las hojas de “El árbol rojo”. Un programa del Taller de escrituras creativas “El Árbol Rojo”. 

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