Una frase célebre atribuida al reconocido empresario John Sculley menciona: “Las crisis realmente tienden a ayudar al desarrollo del carácter de una organización”, esta forma de pensar es la que contribuye a muchas empresas e instituciones a mantenerse firmes ante las diversas situaciones en donde están involucrados los riesgos financieros, cambios fiscales o los factores tanto ambientales como sociales.
Este panorama ha planteado, de la misma forma, nuevos retos para los profesionales interesados en las labores contables, pues el mundo empresarial no se ha quedado quieto ante estos fenómenos y dicha labor exige mantenerse actualizado ante ese contexto, así como desarrollar habilidades que aporten a las empresas, esto a través de una visión ética y responsable de la situación económica de cada empresa.
Por otra parte, estos retos también han trascendido a las barreras de la economía a nivel público, debido a que la incertidumbre financiera ha estado presente en cada uno de los sectores productivos a causa de la recesión económica desencadenada por la contingencia sanitaria, la cual ha dejado indicadores de suma importancia como el déficit fiscal que cerraría en un 8,6% según Ministerio de Hacienda.
Sumado a dicha situación, también aparece la participación de la transformación digital en las labores y estudios contables, las cuales exigen adaptación a nuevos oficios relacionados trasladar el papeleo que solía realizarse en la oficina hacia el hogar, dar más prioridad al uso de herramientas digitales como Excel y mayor énfasis en el desarrollo de habilidades blandas, al igual que la estructuración de nuevas reformas que clarifiquen a los empresarios las clasificaciones de cada contador y las normas que regulan su comportamiento.
Los cambios estructurales que se proponen para un mejor ejercicio de la contaduría están consignados en el proyecto de reforma de las leyes 1314 de 2009 y 43 de 1990, en donde se propone la existencia de dos clasificaciones de los contadores públicos que corresponden a los profesionales y los público-privados, los cuales presentan diferencias fundamentales en la posesión de la tarjeta profesional que permite ejecutar funciones públicas al igual que determinar las conductas por las que se debe responder en este sector de acuerdo con la misma ley.
La contaduría pública y la administración financiera son profesiones que también requieren una actualización constante en cuanto a la información política y económica, pues las diferentes jurisdicciones llevadas a cabo por los entes gubernamentales o las variables económicas pueden requerir cambios drásticos en la profesión.
Por eso, en ‘La voz de la U hablamos’ sobre ‘La ética profesional en procesos contables y financieros’ con Diego Fernán Meza López, Contador Público, Administrador Financiero, especialista en Gerencia y Administración Tributaria, doctorando en Derecho Tributario y director del programa de Contaduría Pública de UNIMINUTO seccional Antioquia – Chocó, quien profundizó en los principios éticos que deben ser tenidos en cuenta por los profesionales de estas áreas en el país.
Además, también explicó la influencia de la revolución 4.0 en las profesiones contables.
Finalmente, se ha demostrado que la contabilidad y las finanzas son temáticas cambiantes y delicadas que requieren el mayor profesionalismo por parte de las personas que las estudian, así como la competitividad para hacer frente a esos factores que afecten la estabilidad y las ganancias de un negocio, cumplir con esto ayudará a mantener la economía a flote, pues si a esta le va bien todos mantendremos nuestro bienestar.