El capítulo final nos invita a considerar todo un plan de educación desde a «Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo» (230). Todo ello será más sencillo si parte de una mirada contemplativa que viene de la fe. «Para el creyente, el mundo no se contempla desde afuera sino desde adentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres. Además, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo» (220).
Un reto que debemos asumir desde la fe, las prácticas de nuestro diario vivir donde “La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora”. (Evangelii Gaudium).
Conversamos con el Diácono Alirio Cáceres Aguirre, en El Último Café.