Por: Katiana Murillo – Latinclima
Sin embargo, las amenazas más grandes se ciernen fuera del parque y su contención tienen que ver con el control de la pesca incidental mar adentro; un desarrollo turístico e inmobiliario más controlado y retirado de la costa; una mejor disposición de los desechos; la disminución o, mejor aún, la erradicación del plástico de un solo uso; y el cumplimiento, en general, de las metas del Acuerdo de París a nivel global, nacional y local para evitar los impactos más drásticos del cambio climático y adaptarse de la mejor manera.
El PNMBG también ha apostado a iniciativas con impacto local, como la educación ambiental de las comunidades locales y el impulso a una iniciativa de corredor biológico regional, que conecte al parque nacional con otras playas de anidación y bosques y humedales cercanos, como el Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Conchal, un área silvestre protegida de propiedad mixta. Asimismo, el desarrollo de un Laboratorio de Basura Marina, que busca evaluar, con ayuda de voluntarios, la interacción entre los desechos marinos y la vida silvestre, así como su abundancia como agente contaminador y el debate sobre su uso y disposición.
Mientras tanto, la tortuga que emergió de entre las olas en una noche oscura ya dejó enterrados sus huevos. En unos dos meses, la mitad de estos se convertirán en frágiles tortuguitas que, por instinto, se enrumbarán hacia el mar grabando en su memoria, a cada paso, las características de esa playa para regresar como adultas años después, siempre y cuando se lo permitamos.