Evangelio de San Lucas 18, 35-4
Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;
al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.
Le informaron que pasaba Jesús el nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:
«¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»
Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.»
Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
Palabra del Señor…