La preocupación de Francisco como papa ha sido promover este desborde dentro de la Iglesia, renovando la antigua práctica de la sinodalidad, como un servicio a la humanidad trabada a menudo en desacuerdos paralizantes.
Sinodalidad, viene de “sínodo” que significa caminar juntos, es reconocer y valorar las diferencias en un plano superior donde cada parte pueda mantener lo mejor de sí misma, crear una sinfonía que articule las particularidades de cada uno. La Iglesia desde el comienzo se abrió a la sinodalidad, se abrió a cristianos no judíos sin imponerles las prácticas judías (Hechos 15,28), se enriqueció con las culturas de los pueblos donde se arraigó.