El autor Tomás Moro aludió la “utopía” como aquella construcción social que es perfecta y justa, donde existe la convivencia sin conflictos y en armonía, un proceso ideológico que, al día, sigue mostrándose como ese deseo inalcanzable y que podría referirse a cualquier situación que evidencie algún desequilibrio o desigualdad.
Pero para combatir la utopía, se escuchan estrategias como la educación inclusiva, aquel modelo que atiende las necesidades particulares de niños, niñas y adolescentes, en pro de sus proyectos académicos, y especialmente en poblaciones que podrían tener riesgo de exclusión social.
A diferencia del enfoque tradicional, este no clasifica los alumnos en categorías para solucionar el déficit, más bien, determina las características de cada uno de los estudiantes, y así analizar y ejecutar los apoyos que se consideren necesarios.
Es así, como la UNESCO expone que aquellos niños, niñas y adolescentes que tienen necesidades especiales, deben asistir a instituciones de educación regular, y allí las estrategias pedagógicas deberán estar centradas en sus clases y alumnos, y que garanticen una respuesta a estas consideraciones o necesidades.
Por esta razón, son los docentes y profesionales en pedagogía quienes tienen importantes retos en este proceso además de solo conocer sus estudiantes, pues deben también implementar métodos más activos, plantear las evaluaciones pensadas en las particularidades de sus estudiantes, recibir propuestas de sus alumnos, entre otras acciones.
Lo anterior, pretendiendo frenar los obstáculos que enfrenta la educación inclusiva, tales como las creencias en cuanto a la integración, las condiciones físicas y de infraestructura en sedes e instituciones, así como el diseño de planes de estudio y la preparación de los docentes en estas metodologías, también la falta de financiación y recursos, y por supuesto, una legislación que evite dejar a esta población fuera del sistema educativo.
Por eso, en ‘La Voz de la U’ conversamos sobre ‘Educación Inclusiva’ con Arles Humberto Ríos Serna, decano de la Facultad de Educación Virtual y a Distancia de UNIMINUTO seccional Antioquia – Chocó, quien destacó la importancia de la educación inclusiva:
La importancia radica en que este modelo sea para todos, donde partimos que cada uno tiene un resultado y cada uno tiene un desarrollo, pero que desde la misma construcción, la misma planeación, de esos resultados que ya vienen encaminados dados hacía el docente y por el docente, nos logren definir que esos modelos no van a excluir estudiantes, sino hacerlos parte del aula, pero cada uno va a tener su propio ritmo, ese modelo de educación inclusiva, nos debe de llevar a un modelo más práctico.
Arles Humberto Ríos Serna, decano de la Facultad de Educación Virtual y a Distancia de UNIMINUTO seccional Antioquia – Chocó.
Además, definió cuáles pueden ser algunas de las estrategias para llevar a cabo este modelo:
El docente tiene que ser consciente real de la situación en la que se encuentra, debe de conocer y darse a ese grupo, cada asignatura que pueda impartir, cada proceso de desarrollo en el aula va a ser diferente en cada uno de los cursos que esté trabajando, y en el caminar de esos cursos de deben de potencializar cada una de esas competencias, en cada uno de ellos, allí hay una estrategia fundamental y es el proceso del diagnóstico inicial de esas primeras semanas que le van a permitir al docente, identificar cómo está ese grupo, cómo lo está recibiendo y qué debe de potencializar en ellos.
Arles Humberto Ríos Serna, decano de la Facultad de Educación Virtual y a Distancia de UNIMINUTO seccional Antioquia – Chocó.
En definitiva, la inclusión social permite también el acceso a la educación, de ahí que este modelo favorezca la atención de todos los alumnos en respuesta a sus necesidades y características, y así, impulsar la igualdad de oportunidades basadas en solidaridad, respeto, convivencia y fomentar también la participación en el desarrollo y construcción de un país más justo.