Los vínculos afectivos son aquellas relaciones establecidas entre diferentes personas, con estándares de amor y cariño reciproco, en donde las necesidades, la compañía, la costumbre, el apego y el interés son otras características comunes en este tipo de procesos. Sin embargo, no se ha mencionado la facilidad común cuando se presenta una factura y finaliza este vínculo.
Las conocidas “tusas” amorosas, son procesos alternos a los vínculos afectivos, que generalmente llegan después de concretarse ese final, abundan en versiones, algunas se convierten en grandes tragedias, otros en dramas similares a los televisivos, mientras que algunos logran finalizar en términos positivos y considerados popularmente como sanos.
Sin embargo, esta sanidad tiene otro proceso en el que cada persona vive ese duelo a su manera y procura su estabilidad mental y su equilibrio integral, gestionando sus emociones, guardando de forma positiva los recuerdos y experiencias del proceso, aceptando el final del camino conjunto e iniciando un nuevo trayecto en solitario o con una persona diferente.
El final de cada uno de estos vínculos va atado a la reciprocidad de cariño, amor, afecto, responsabilidad, compromiso, fidelidad y otras palabras que caracterizarían lo que hoy conocemos como relaciones de pareja, pero que al momento de faltar alguno de ellos se toma la decisión de abandonar lo pactado, e iniciar un nuevo rumbo, alterando así, según casos, las costumbres adquiridas, las necesidades y dependencias e incluso, alterando las relaciones y situaciones cuando hay hijos de por medio.
Por eso, en ‘La Voz de la U’, realizamos esta ‘Guía para atravesar sanamente una separación’ con Claudia Marcela Osorio Echavarría, psicóloga, magíster en Psicología y docente del programa de Psicología de UNIMINUTO Seccional Antioquia – Chocó, quien expresó lo más complejo de atravesar una separación:
Además, detalló a qué se aferrarían las personas cuando finalizan una relación:
Una situación que no es ajena al contexto diario de muchas personas, que desarrollan dependencias emocionales a terceros e impiden ver su propia felicidad desde su soledad, caso contrario al de quienes, a pesar de agradecer lo vivido, toman marcha de una nueva experiencia afectiva.