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Realizado por Yeimy Velásquez

La última víctima que deja como consecuencia el ejercicio del periodismo de investigación en el país se registró en el año 2015. Otras, en cambio, viven bajo amenazas, obligadas a abandonar sus regiones en búsqueda de nuevas oportunidades.

Según cifras de la Fundación para la Libertad de Prensa – FLIP, en los últimos 40 años, en Colombia se han registrado 153 casos de muertes de periodistas que con valentía y sin ningún miedo a hablar, ejercían labores de denuncia sobre acontecimientos relacionados a hechos de corrupción o situaciones del conflicto armado que se vivían en diferentes zonas del país. Además de esto la FLIP, en su informe anual titulado “Un Estado depredador de la libertad de prensa” da a conocer que durante el 2017 se presentaron 310 ataques a la libertad de prensa, afectando a 368 periodistas, esto significó un incremento del 43,5 en el número de ataques presentados en el año 2016.

Era septiembre de 2015, la noticia del día anunciaba la última víctima que dejó el periodismo de investigación, se trataba de Flor Alba Núñez, una periodista que murió por denunciar sobre el sicariato y microtráfico desde varios meses en el municipio de Pitalito, municipio ubicado al sur del departamento del Huila. Ella fue silenciada para siempre cuando ingresaba a la emisora “La Preferida” donde trabajaba en el noticiero del medio día.

Su esposo Aris Hernández la recuerda como una mujer muy profesional, dedicada y comprometida, a quien le gustaba ayudar a su comunidad y buscaba la manera de apoyar a quien lo necesitara. Dos meses después de la muerte de Flor, a otro comunicador llamado Edison Arley Bolaños, oriundo de la región del Cauca, fue amenazado por publicar un completo informe sobre la minería ilegal en zona rural de Buenos Aries, en el norte del Cauca.

Edison es un joven periodista de veintiséis años, que tuvo que abandonar su región debido a las amenazas recibidas por su investigación, quien, interesado en entender y explicar la relación de las tres líneas que comprenden hoy la minería en general, debió pagar un precio: dejar su tierra y su familia para iniciar una nueva vida en una ciudad ajena a él y a sus costumbres.

¿Cuál es la radiografía de la investigación en Colombia?

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, en el país, desde el año 2004 hasta hoy, la muerte a periodistas ha disminuido notablemente en comparación con periodos como 1986 a 1995 en los que fueron asesinados 60 comunicadores en manos del narcotráfico que ha sido el mayor perpetrador de atentados y muertes contra periodistas en Colombia.

Pero, así como han disminuido los casos de muerte de comunicadores en el país durante los últimos años, los investigadores de hoy tienen como consecuencia de su labor amenazas, intimidaciones, extorsiones, desplazamientos incluso exilios a raíz de sus denuncias e investigaciones.

Las víctimas que ha cobrado el periodismo de investigación en Colombia pertenecían a medios regionales, quienes se encargaban de investigar de denunciar hechos de corrupción y del conflicto armado. Las regiones más peligrosas para ejercer el periodismo son: El Valle del Cauca, Antioquia, Santander, Bogotá y Caquetá.

La época más difícil que ha tenido que enfrentar el periodismo colombiano es la que corresponde a los años de 1996 hasta el 2005. Durante este periodo se vivió el punto máximo de violencia contra periodistas ejercida por las guerrillas, paramilitares, políticos corruptos, agentes del estado y narcotraficantes.

También se estableció que durante este periodo los crímenes contra los periodistas se situaron fundamentalmente en los pequeños y medianos medios locales y regionales, especialmente en emisoras de radio, y además en los primeros años del gobierno de Álvaro Uribe se da inicio a primeras negociaciones con grupos paramilitares que inciden en un notable descenso de asesinatos a periodistas en Colombia.

Así mismo, durante este periodo se logró establecer los primeros proyectos de alerta y protección a periodistas para garantizar su labor, donde organizaciones de la sociedad civil y del Estado se sumaron a esta iniciativa. Durante el 2016, en Colombia se registraron 216 casos de violación a periodistas en donde prevalecen las amenazas con 90 casos confirmados, seguido de la obstrucción al ejercicio de informar con 38 casos y agresiones con 36.

El ejercicio periodístico de hoy se presenta como un reto para quien se atreva a hablar con la verdad. Ejercer periodismo de investigación no es fácil en un país donde el enemigo no solo son los grupos armados, el enemigo del periodismo de hoy se esconde también entre la corrupción, la ilegalidad, las bandas criminales y las fuerzas armadas que quieren hacer su ley como les convenga.

Flor Alba, la voz que rompió el silencio de una región

La periodista huilense Flor Alba Núñez inicia su trayectoria periodística en la emisora 1A estéreo, ubicada en San Agustín, donde Álvaro Guzmán, propietario de la emisora, le ofrece la oportunidad a Flor de prepararse con ellos, y es a raíz de esta oportunidad como inicia su camino en el periodismo.

Años después, su amigo Alex Hernández la motiva a investigar, ya que para él el talento de Flor Alba era único. Pero Flor no creía, hasta que un día, mientras estudiaba en el SENA y se destacaba por ser la oradora de actividades y concursos de esta institución, una de sus profesoras le invita a participar en la convocatoria para ingresar al canal 6 de Pitalito, ella se negó excusándose en que no podía.

Esta profesora que creía en el talento de Flor Alba aprovechó un descuido de ella y la grabó sin que lo notara, les hizo llegar la grabación a las personas que estaban a cargo de realizar el proceso de selección, quienes de inmediato mostraron interés por Flor. Al final ella fue la elegida para presentar en el canal 6 de Telmex y debido a esta selección empezó a incursionar en el mundo de la investigación.

Dos años antes de su muerte, Flor Alba investigaba sobre el atentado que se cometió contra la zootecnista Juliette Marcela Henao, quien recibió cinco impactos de bala y que después de una difícil recuperación logró milagrosamente recuperarse.

Flor Alba le siguió la pista al caso y publicó la noticia e hizo seguimiento hasta lograr que las autoridades realizaran las respectivas capturas contra los agresores de la zootecnista, entre estos se encontraba alias “El loco, conocido por toda la región gracias a la fotografía y la denuncia que realizó Flor a días atrás, y presunto autor material del asesinato de la periodista por sus denuncias contra sus delitos.

Al principio se pensó que el crimen se dio por la denuncia que realizó Flor Alba sobre el maltrato a un perro en la región, pero luego de realizar las primeras investigaciones se pudo establecer que alias “El loco” decidió acabar con la vida de la periodista por haber realizado denuncias que lo incriminaban a él.

Después de la desaparición de Flor Alba, en Pitalito nadie más se atreve a denunciar como lo hacia ella. Su amiga y colega Gisela Hurtado trabaja desde su casa, en su propio medio de comunicación que fundó después de los hechos y debido a amenazas a las que fue sometida días después de la muerte de Flor Alba y que la tuvieron por varios meses encerrada en su hogar.

Gisela nunca olvidará a su colega y amiga Flor Alba, quien entregó su vida por la verdad y la justicia y a quien admira profundamente por su profesionalismo y su dedicación a la hora de investigar. La muerte inesperada no permitió que Flor Alba terminara sus estudios de Licenciatura en Lengua Castellana, tampoco que conformara una familia con su esposo Aris Hernández y mucho menos que pudiera disfrutar del cuidado de sus padres como acostumbraba a hacerlo.

La periodista Flor Alba Núñez será recordada como una aguerrida comunicadora, que nunca dejó las cosas a medias, que rompió con el silencio que embargaba a los medios de esta región que preferían callar antes de investigar y denunciar y que hoy por hoy reina en todos los rincones de los medios de comunicación de Pitalito.

El periodista que no se dejó derrumbar por las amenazas

 La otra cara que deja como consecuencia el ejercicio investigativo en Colombia es el caso que se refleja en Edison Arley Bolaños, un joven que empezó a ejercer periodismo cuando aún se encontraba estudiando en la universidad gracias a una convocatoria que realizó el diario El Espectador en su institución. Desde ese entonces Edison trabajó como corresponsal para este diario hasta finales de 2015 cuando tuvo que irse de su región por amenazas que ponían en riesgo su vida si continuaba trabajando en esta zona del país.

A pesar del mal momento por el que tuvo que pasar, este hombre pudo continuar trabajando en El Espectador, pero en otra ciudad, lejos del peligro, aunque no con plena tranquilidad porque para él la tranquilidad no es un guardaespaldas armado, ni una camioneta blindada. Tranquilidad para él significa poder estar en su región, caminar por sus calles cerca de sus seres queridos sin ningún temor.

Edison Bolaños entendió que su trabajo era valioso y que debía continuar a pesar de las adversidades. Los reconocimientos a su labor no se hicieron esperar, este joven comunicador, con su corta trayectoria en el periodismo, ha sido galardonado con uno de los premios más importantes que puede llegar a alcanzar un periodista colombiano, el premio Simón Bolívar por su investigación sobre la minería ilegal en el Cauca.

Se trata de un informe donde revela cuál era esa relación que había entre los mineros artesanales, los mineros ilegales y los mineros legales, que son las tres líneas que hoy se conocen en el país. Para Edison la idea por investigar este tema surgió cuando se interesó por las rutas del oro en el Cauca, su departamento, en el año 2012.

Edinson Bolaños. Imagen tomada de Notivisión

Lo que buscaba con este reportaje era dejar al descubierto que los grandes mineros, los que poseían títulos, les estaban quitando las minas a los pequeños mineros de la región, además, las afectaciones ambientales que ha tenido que afrontar la región y cómo, en el Pacífico colombiano, las comunidades afrodescendientes forman parte también de la minería artesanal que aceptan a cambio de un trabajo para mantener a sus familias.

El reconocimiento a su labor investigativa le significó un espaldarazo, un apoyo para continuar haciendo periodismo de investigación porque finalmente para él este premio fue recibir, de las manos de los que tienen más experiencia en el campo, la bandera para que se continúe con esta labor, una motivación para no abandonar el oficio porque es claro que se va por el camino correcto.

Nota del editor: Este artículo fue publicado el 29 de mayo de 2018.