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Del lienzo al alma: el camino de Tatiana Quevedo en el Museo de Arte Contemporáneo – MAC

En el Museo de Arte Contemporáneo de UNIMINUTO, un espacio vibrante y lleno de color, se encuentra Tatiana Quevedo, una musa de la coordinación educativa que ha dejado una marca indeleble en el corazón de este recinto cultural.

Tatiana, cuyo nombre evoca los versos de una melodía delicada y elegante, ha tejido su destino con hilos de pasión y vocación, convirtiéndose en una figura imprescindible en la sinfonía artística que resuena en cada rincón del Museo.

Desde sus días como estudiante, Tatiana sabía que su camino estaba inextricablemente ligado a la belleza y al misterio del arte.

Fue en una clase de museología donde la vida le deparó un encuentro inesperado con el actual director del museo, el maestro Gustavo Ortiz.

Aquel momento fue como un destello de asombro, ya que descubrió que existía un oasis creativo en medio de la caótica urbe bogotana. Y así, como una mariposa cautivada por una flor desconocida, Tatiana se adentró en los dominios del museo que, paradójicamente, se erigía en el sendero que conectaba los anhelos más profundos de su ser.

Sin embargo, este viaje hacia la coordinación educativa del Museo no fue solo una travesía individual, sino que estaba impregnado de una historia familiar que le dio un matiz especial. Tatiana había crecido escuchando sobre el Minuto de Dios y UNIMINUTO a través de los relatos de su abuelita, quien vendía biblias Siervo de Dios, el padre Rafael García Herreros.

La conexión con la institución trascendía los límites de lo personal y se convertía en un sentimiento colectivo que abrazaba a su núcleo familiar. Sentía que su trayecto con UNIMINUTO estaba predestinado, como si las raíces de su existencia se entrelazaran con las de esta institución emblemática.

Al sumergirse en el papel de coordinadora de Educación del Museo de Arte Contemporáneo MAC, Tatiana se vio envuelta en un océano de emociones y encuentros transformadores.

Uno de los momentos que resplandece en su memoria y que aún al recordarlo se le humedecen los ojos y la voz se le quiebra, es el encuentro con Michael Owen Cook, un voluntario del Museo con discapacidad cognitiva media. Michael, con su resplandeciente espíritu y su deseo inquebrantable de superación, se convirtió en un faro de inspiración para Tatiana y para todos aquellos que tuvieron la fortuna de cruzar sus caminos.

“Observar cómo Michael pasaba de ser receptor del discurso a convertirse en generador de contenido, fue un testimonio conmovedor de la capacidad del arte para trascender las barreras y despertar el potencial humano más profundo”, recuerda Tatiana, con una indescriptible emoción en todo su ser y aún con marcados trazos de lágrimas, que hasta hace un instante recorrieron sus mejillas enrojecidas.

El Museo de Arte Contemporáneo MAC, se convirtió en el lienzo en blanco donde Tatiana plasma cada día sus sueños y con su trabajo lucha por el reconocimiento del único museo en el Occidente de la capital colombiana.

Comenta Tatiana, que este fue un desafío monumental, pues implicó ir más allá de la experiencia empírica y construir una estructura sólida y sistematizada. Ella buscaba no solo el reconocimiento formal, sino también la cohesión de un equipo comprometido con la excelencia y la transformación social.

En medio de este viaje lleno de aprendizajes y desafíos, Tatiana encuentra su fortaleza en la gratitud y en la emoción de servir a los demás. Para ella, el legado que dejará en el Museo de Arte Contemporáneo es que nadie se quede sin ser atendido ni sin sentir. Cada encuentro, cada sonrisa y cada expresión de agradecimiento son pinceladas de colores intensos que enriquecen su travesía. El camino hacia la calidad es infinito, un sendero que invita a la mejora continua y a la constante búsqueda de la excelencia.

Y así, en medio de las galerías rebosantes de creaciones y la energía que impregna cada rincón del museo, Tatiana Quevedo se mantiene firme en su misión de conectar el arte y la cultura con la vida universitaria. Su historia se entrelaza con la de UNIMINUTO y se convierte en una sinfonía de pasión y dedicación.

Sus palabras resuenan como notas poderosas, recordándonos que el arte no solo es una expresión estética, sino también un puente hacia la transformación social y la conexión humana.

En este viaje, Tatiana nos invita a reflexionar sobre nuestro propio legado, a dejar una frase o pensamiento que exprese nuestro camino en este efímero y maravilloso mundo. Porque al final, lo que importa no es solo lo que logramos, sino cómo impactamos en la vida de los demás y cómo dejamos una huella imborrable en el lienzo de la existencia.

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