En la actualidad, es común escuchar que la sociedad vive “a mil por hora” haciendo alusión a la rapidez e inmediatez en que el mundo exige soluciones y actividades, motivo por el que, de forma coloquial, muchas personas afirman no tener tiempo, sin embargo, es usual que a esta postura se le contraste con la contraria, o sea, aquella que afirma que, en la vida hay tiempo para todo.
Y precisamente, tiempo, es un factor que puede hacer o no la diferencia en una labor como el voluntariado, pues es este uno de los aspectos que, de forma desinteresada, hacer parte del proceso en que el un profesional contribuye al desarrollo, construcción, formación y transformación de un determinado territorio, comunidad, sociedad o entidad.
Esta ayuda social, ofrece recursos humanos y materiales con el propósito de aportar a un fin previamente determinado, y hay que diferenciarlo de otras formas solidarias como las donaciones, pues en este caso, el voluntariado pretende la realización de alguna actividad, la disposición de tiempo, destreza, habilidades o talentos, para concretar una causa.
Las personas que destinan su tiempo a estas labores reciben una retribución no económica que se basa en la experiencia de la intervención en el determinado grupo o sociedad, los aprendizajes que esta haya otorgado, entre muchas otras habilidades blandas, sumadas a la sensibilidad, humanidad, capacidad de relacionamiento, y pensamiento crítico al ver la perspectiva desde otros contextos.
Por eso, en ‘La Voz de la U’ hablamos sobre ‘Voluntariado como ejercicio de transformación’ con Diana Lucía Jaramillo Espinal, socióloga, magíster en Educación y Desarrollo Humano, y docente líder del Voluntariado del Centro de Educación para el Desarrollo CED UNIMINUTO Seccional Antioquia – Chocó, quien detalló aquellas habilidades que debe tener una persona que desee ser voluntaria:
Además, agregó las ventajas humanas, sociales y profesionales que ofrece esta experiencia:
El servicio es el valor que da humanidad a cualquiera de las profesiones, pues es este el que posibilita que cualquier individuo ponga su formación, habilidad, experticia y talento al servicio de una determinada causa sin esperar una retribución a cambio, al menos, no una económica, pues la gratificación es mayor en el beneficio al perfil y al crecimiento personal.