Por: Danniela Rodríguez
América de Cali, luego de su partido contra Santa Fe, aseguró que varias de sus jugadoras y miembros del cuerpo técnico recibieron insultos discriminatorios desde la tribuna local.
El técnico escarlata Carlos Hernández, en rueda de prensa, explicó que no fue un hecho aislado. “Más allá de lo deportivo, este acto para nosotros, para todas nuestras jugadoras negras de América, que están en el equipo profesional, en la cantera, para nuestra hinchada, para todos los negros, no debe suceder”, dijo molesto, declaraciones respaldadas por la jugadora Nayeli Chará, que pidió que estos actos no queden en el olvido ni se minimicen.
La gravedad del episodio llevó a la árbitra a detener el partido y a activar el Protocolo Antirracismo, medida prevista por la Dimayor. El procedimiento incluyó advertencias por altoparlante y vigilancia reforzada en la zona señalada, aunque el encuentro se reanudó. “Nos sentimos orgullosos de quienes somos, y no permitiremos que la discriminación sea parte del juego”, insistió Hernández.

América publicó un comunicado oficial rechazando lo ocurrido y solicitando a las autoridades del fútbol colombiano investigar los hechos y sancionar a los responsables.
En Santa Fe la postura fue cautelosa. Integrantes de su cuerpo técnico y directivos señalaron que no se debía generalizar ni acusar sin pruebas concretas que identifiquen a los responsables. Aunque el club no negó que se hayan presentado insultos, pidieron prudencia y colaboración en la entrega de material que respalde las denuncias.
En redes sociales la discusión se intensificó. Videos cortos y fragmentos de audio circularon, con versiones encontradas sobre lo sucedido. Algunos respaldaron la denuncia del América; otros la pusieron en duda, cuestionando si las grabaciones evidenciaban insultos racistas.
Este episodio pone sobre la mesa un problema que el fútbol colombiano no logra erradicar: la discriminación desde las tribunas. Aunque en los últimos años la Dimayor ha promovido campañas de sensibilización y adoptado protocolos para frenar actos racistas, su aplicación real es un reto. La efectividad de estas medidas dependerá de la rapidez en la investigación y de la contundencia de las sanciones.

La Comisión Disciplinaria debe revisar el informe arbitral, los testimonios y el material audiovisual disponible. Según el código disciplinario, las sanciones podrían incluir multas económicas, cierres de tribunas o la prohibición de ingreso para los aficionados responsables, si son identificados.
Para América, el asunto no se reduce a un procedimiento disciplinario. Dirigentes y jugadoras insisten que estos ataques afectan el bienestar emocional del equipo y envían un mensaje negativo sobre las condiciones en las que se desarrolla el fútbol femenino en el país.
La victoria dejó al América con tres puntos vitales para avanzar en los cuadrangulares, celebración empañada por la denuncia. Santa Fe tendrá que trabajar en lo deportivo, y en reconstruir un ambiente de respeto con su hinchada.
Este episodio reitera una demanda constante en el deporte: que la lucha contra el racismo no se limite a comunicados de prensa, sino que se traduzca en acciones concretas y sostenidas. El fútbol femenino, que busca consolidar su espacio y garantizar condiciones dignas para las jugadoras, necesita entornos libres de violencia verbal y discriminación para crecer.
Mientras las investigaciones avanzan, la pregunta es si este caso quedará como un capítulo más en la larga lista de denuncias sin sanción o si, marcará un antes y un después en cómo el fútbol colombiano enfrenta la discriminación.