Por: Danniela Rodríguez
Este año, el cumpleaños de la ciudad no es una efeméride más, es una excusa poderosa para volver a encontrarse, y para imaginar la ciudad soñada.
Desde los cerros hasta los bordes del Río Bogotá, pasando por plazas, parques, bibliotecas y hasta estaciones del Metro en construcción, la capital se convierte este miércoles en un escenario cultural abierto, gratuito y vivo, con arte en movimiento, memoria que se teje desde los barrios y música que suena en lugares inesperados.
La conmemoración del 6 de agosto es también, literalmente, un día de descanso. Las clases en los colegios públicos fueron suspendidas, que convierte la mitad de semana en una oportunidad perfecta para que estudiantes, familias y docentes se sumen a las más de 135 actividades gratuitas distribuidas por las 20 localidades de la ciudad.
Aunque hay eventos para todos los gustos, un hilo común los atraviesa: la idea de que el espacio público es un escenario legítimo para la creación, la reflexión y la celebración colectiva.

Uno de los epicentros de la celebración será, como es costumbre, el Planetario de Bogotá. Pero este año la propuesta va más allá de mirar el cielo: es una invitación a mirar la ciudad, con talleres como ¿Cómo dejar de vivir en trancón?, una provocadora charla sobre movilidad sostenible, comparten escenario con observaciones astronómicas, creación de mapas celestes, experiencias sonoras inmersivas y actividades para niños, todo sin costo, hasta completar aforo.
La propuesta no se queda en lo contemplativo. En el Parque Simón Bolívar, al final de la tarde, la ciudad se sacude con un concierto sinfónico poco convencional: la Orquesta Filarmónica de Bogotá interpretará versiones orquestales de Metallica, Guns N’ Roses y otras bandas icónicas. No es casualidad. El cumpleaños de Bogotá, esta vez, se pensó como un reflejo de su gente: diversa, intensa y profundamente creativa.
Este año, el Festival de Verano se desborda de su formato tradicional y se extiende durante todo agosto, con actividades deportivas, recreativas y culturales en parques zonales y plazas públicas.
La consigna es clara: una ciudad que juega es una ciudad más feliz. Entre las novedades de esta edición está el lanzamiento de la nueva versión audiovisual del Himno de Bogotá, interpretada por la Orquesta Filarmónica y la presentación de la nueva imagen del Equipo Bogotá, que refuerza la apuesta por una identidad deportiva local y moderna.

En el Parque La Amistad, en Kennedy, se lanzará oficialmente ArteMetro BOG, una plataforma artística pensada para acompañar la transformación urbana que implica la llegada del Metro, que contará con flashmobs de danza llanera, salones de baile con carranga, talleres de graffiti y cine comunitario al aire libre.
Estas actividades no están pensadas para “mostrar” la ciudad, sino para que la ciudad se piense a sí misma. Que el arte no sea un espectáculo, sino una herramienta de apropiación.
No todo es música y danza. En esta fiesta también hay espacio para la memoria. El Archivo de Bogotá presenta una exposición sobre los barrios tradicionales y la historia viva de sus habitantes, mientras que el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) lanza una serie de recorridos patrimoniales en la Candelaria, talleres sobre memoria barrial y Rolocast, un nuevo podcast que recoge historias de mujeres ciclistas y comunidades LGBTI en bicicleta, actividades gratuitas y con inscripción previa.
Celebrar la ciudad también es reconocer lo que ha sido silenciado, lo que se ha construido desde abajo y lo que se mueve en las orillas del mapa.

En pleno Centro Histórico, en el Parque Santander, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA) ha preparado una jornada de actividades para públicos diversos con talleres de cianotipia, teatro gestual y una estampatón ciudadana, donde cualquier persona podrá estampar camisetas con motivos locales y mensajes afectivos sobre Bogotá.
Hacia la noche, una muestra audiovisual proyectará cortos realizados por colectivos comunitarios que narran la ciudad desde sus múltiples miradas. Una Bogotá que se ve y se escucha a sí misma, desde adentro.
Ningún cumpleaños está completo sin comida. Aunque el Fritanga Fest arranca oficialmente el 7 de agosto, muchos puestos ofrecen platos desde hoy en parques y plazas, que incluyen desde la tradicional morcilla con papa criolla hasta versiones vegetarianas de la bandeja típica, porque el sabor bogotano también se reinventa.
El Parque Simón Bolívar será el punto de partida, con más de 70 cocinas participantes. Cada plato cuesta cerca de $25.000, y no se trata solo de comer, es un festival para apoyar emprendimientos populares y preservar recetas que hacen parte del patrimonio de la ciudad.
El cumpleaños 487 de Bogotá se convierte, cada vez más, en un espejo colectivo. No hay desfile militar ni carrozas de lujo, pero sí hay bicicletas, conciertos, niños pintando constelaciones y abuelas recordando la calle donde nacieron.