
Gloria Astrid Martínez, y Blanca Nubia Monroy, relataron el largo proceso al que se han enfrentado desde la desaparición injustificada de sus hijos, que incluye amenazas por exigir justicia y buscar la verdad,
Aunque hace mucho tiempo Gloria Astrid y blanca Nubia no relataban los pormenores de sus pérdidas, decidieron abrirse y contar cómo sucedieron.
Sus hijos fueron engañados por falsas ofertas de trabajo, y decidieron partir para darles mejores vidas a sus familiares. Su desaparición marcó de por vida a sus madres, que no han dejado de defender su dignidad a toda costa: “sufrimos, buscamos, pero nuestros hijos no aparecieron, ni en hospitales, ni fiscalía, nadie nos dio razón, pensé que estaba en un CAI de Soacha, imaginamos muchas cosas, pero jamás lo que sucedió”, recuerda una de ellas.
Estas madres llenas de incertidumbre, se dedicaron día a día a buscar a sus hijos, hasta que por un rumor se enteraron que en Ocaña, Santander, estaban apareciendo los cuerpos de los jóvenes desaparecidos de Soacha.
Coincidieron en decir que para a averiguar lo que había pasado con sus familiares, tuvieron que pasar por territorios controlados por guerrillas y pagar vacunas, con tal de saber la verdad. Sus hijos habían sido atraídos por falsas promesas de trabajo, y luego ejecutados por miembros del Ejército y presentados como guerrilleros muertos en combate.
Rabia y dolor sintieron estas madres al saber de la muerte de sus hijos, y aún más cuando se enteraron que estaban acusados de ser guerrilleros. Desde entonces decidieron defender a toda costa el nombre y la honra de sus hijos: “si él no está para decir no soy un guerrillero, yo si estoy para defenderlo y decir que no es un guerrillero”, señaló una de ellas.
Reclaman la negligencia e irrespeto del Estado con ellas, porque las audiencias no llevan a ningún lado, porque los culpables dicen ser inocentes. Blanca Nubia Monroy señala que, con descaro, las personas que se llevaron y ejecutaron a sus hijos no aceptaron cargos, y se remitían a culpar a otros. Víctimas del conflicto, ultrajadas por el estado, amenazadas por luchar por la dignidad de sus familiares, pasarán años y escuchar estas historias seguirá impactando de la misma manera.