
Además del hambre, la insalubridad, el racionamiento, la escasez de todos los elementos básicos de subsistencia, el hecho de que su moneda local: el bolívar, técnicamente no tuviera valor alguno, el justificado temor ciudadano ante la campante presencia de la inseguridad en el país y el dominio del hampa en las esquinas de cada barrio y de cada municipio venezolano, alentado en el apoyo de las subversiones civiles leales al designado por Chávez antes de su muerte en marzo de 2013, denominadas como los colectivos o los motorizados, ahora el venezolano tenía que soportar el inminente hecho de terminar preso, torturado o de ser asesinado, fuere quien fuere.
En la siguiente hora continúe con el especial: Juan Guaidó tiene todo para cambiar el rumbo de su país. El punto es: ¿podrá lograrlo?