Por: Valeria Marcela Ortega

Giselle Murillo es una joven de 21 años, estudiante de séptimo semestre de comunicación social y periodismo en la Universidad Externado de Colombia. Además, es gestora del primer colectivo feminista de la universidad denominado “Las insolentes”. Giselle habla acerca de su proyecto, motivaciones, luchas, dificultades y principios básicos de un movimiento tan importante como el feminismo.
¿Cómo surgió el nombre de “las insolentes”?
Giselle Murillo: Surgió por la unión de tres chicas que a pesar de ser feministas tienen pensamientos distintos. Cuando a uno le afecta el machismo de manera tan profunda y directa como nos afecta a las mujeres, claramente uno se siente apasionado por expresar su inconformidad y las personas que quieren callarnos nos denominan insolentes precisamente por decir lo que sentíamos. Decidimos apropiarnos del término porque sí nos parece insolencia hablar del maltrato, abuso y machismo del patriarcado sobre nosotras.
¿Hubo alguna experiencia o situación en particular que la haya motivado a tomar la decisión de crear “las insolentes”?
GM: Sentir que en la facultad no había un conocimiento básico de lo que era el feminismo, fue como un deber social. Experimenté situaciones en las que me sentía incómoda y me cuestionaba acerca de las imposiciones sociales, me sentía extraña y pienso que me motivé a entender por qué no me sentía a gusto con algunas cosas, el feminismo me abrió los ojos y me motivó a hacerles sentir a las demás mujeres que no eran las únicas que se sentían desubicadas o solas.
¿Cómo definiría y qué significa para usted el feminismo?
GM: El feminismo es un movimiento gigante que tiene muchas vertientes y se relaciona con diferentes realidades, por ejemplo, el feminismo afro, indígena, campesino, radical, liberal, transfeminismo. Anteriormente el feminismo solo se enfocaba en las mujeres blancas burguesas que fueron protagonistas del movimiento durante mucho tiempo, y me parece importante destacar que no fueron precisamente ellas quienes comenzaron a ser feministas como se muestra generalmente, pero la realidad es que muchas otras mujeres como las afro lo fueron. El feminismo tiene muchos orígenes y profundidad porque cada grupo o comunidad tiene su razón social. Para mí es integración y libertad, abarca algo más que simplemente no hacer lucha desde mi privilegio sino ir más allá siempre, es un medio para ayudar a los demás, crear conciencia y darse cuenta de una serie de situaciones que en el fondo sabías que estaban mal, pero al conocer el feminismo entiendes por qué.
¿Qué dificultades ha encontrado desde que inició con el colectivo feminista?
GM: Creo que una de las dificultades es definirme como feminista, porque uno está sujeto a una serie de normas por parte de la sociedad, la gente está súper pendiente de nuestras equivocaciones. También ha sido difícil deconstruir ciertas actitudes machistas que muchas veces son imperceptibles, porque uno creció con esa normalización; otra dificultad es la presión de ser feministas “perfectas”, otra trampa del patriarcado porque nuevamente nos estamos señalando por no hacer las cosas bien completamente, y eso supone desmitificar muchas cosas, como que las mujeres estamos “locas” o que odiamos a los hombres.
¿Cuáles son los objetivos principales del colectivo feminista “las insolentes”?
GM: El objetivo desde siempre ha sido ser un canal de información para la Facultad de Comunicación Social, aunque últimamente se ha extendido a otros grupos y colectivos de otras universidades. Siempre hemos querido ser una fuente de información para quien desee entender el tema y motivar a las personas para que conozcan más del feminismo. El objetivo ha ido mutando para convertirse en un punto de ayuda para las mujeres que tienen problemas y experiencias con el machismo.
¿Por qué cree que gran cantidad de personas se refieren a las promotoras del movimiento feminista como “feminazis”?
GM: La historia del término “feminazi” viene de un tipo que en una estación de radio quiso decirlo pensando que sería chistoso o satírico; posteriormente mucha gente comenzó a utilizarlo para subestimar el movimiento e invalidarlo. Las personas cuando usan ese término es porque no entienden el feminismo ni se esfuerzan por entenderlo, son personas que pelean y juzgan no por aprender sino simplemente por ganar una discusión o burlarse. Quienes se refieren a nosotras como “feminazis” ven amenazados sus privilegios, sienten que se les desafía la posición social de la que gozan o tienen el machismo interiorizado, malinterpretan la lucha y carecen de información. Siento que es un miedo profundo que tienen muchos hombres de que un día “volteemos la torta” y hagamos lo que ellos hicieron con nosotras durante tantos siglos y es totalmente irracional porque no queremos el sometimiento de los hombres, solamente queremos equidad.
¿Para usted cuales son las prácticas sociales que impiden el desarrollo de acciones colectivas a favor de los movimientos feministas en Colombia?
GM: Primero, las redes sociales pueden llegar a promover la desinformación y radicalizar ciertos principios del movimiento feminista que generan una malinterpretación de la lucha. Por otro lado, Colombia es una sociedad que de por sí es machista, pienso que si eliminamos la masculinidad tóxica que es desafiarse entre hombres de forma irracional sin permitirse sentir, mostrar sus emociones, disfrutar del todo su vida, solo permitirse expresar la ira y si se abolieran los roles de género tan fuertes, las cosas cambiarían. La masculinidad tóxica es la base de los males que frustran el desarrollo de los movimientos feministas. Finalmente considero que el estado no visibiliza correctamente el movimiento.
¿A qué privilegios podría renunciar un hombre para no ser considerado machista o micromachista?
GM: Principalmente el uso del espacio público, me parece que ceder un poco equitativamente su uso, una mujer no puede salir con la misma tranquilidad que un hombre a las 11:00 pm, hay acoso callejero y eso limita el libre uso del espacio público, además de crear inseguridad y temor. El poder político, no hablo de renunciar a él sino usar ese evidente poder para darle voz a la mujer sin subestimar sus conocimientos, utilizar el poder de manera sabia y empática. Evitar juzgar a una mujer por ejercer su libertad sexual y por último la forma en cómo se actúa frente a las injusticias, el hecho de no callar cuando se presencian conductas que afectan a una mujer.
Escuchar a Giselle amplía de manera positiva la perspectiva con respecto a la lucha feminista, puesto que muchas personas tienen conocimientos superficiales acerca de estos colectivos sociales y sus reivindicaciones. “Las insolentes” promueven una mirada del feminismo como un asunto que le compete a la sociedad en su conjunto, y su tarea por visibilizar la lucha feminista y contribuir a la reivindicación de derechos para construir una sociedad más equitativa es un imperativo del pensamiento humanista contemporáneo.