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[Opinión] Uno vuelve siempre: debut cinematográfico de Atlético Nacional y una noche de fútbol en clave de cine

En una sala de Cinemark Atlantis en Bogotá, la pantalla grande se pintó de verde y blanco. No fue un partido, pero se sintió como tal: camisetas de Atlético Nacional, risas cómplices, cánticos apagados para no interrumpir la función y un murmullo de expectativa antes de que se apagaran las luces. Era el estreno especial de Uno vuelve siempre, la primera película oficial del club, que mezcla ficción y documental para retratar la pasión que une al equipo con su gente.

Por: Danniela Rodríguez

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La cinta, dirigida por Camilo Ríos y producida por Hermanos Ríos junto a Yeah! Estudio, no es un repaso frío de títulos ni una colección de jugadas memorables. Es un viaje emocional contado a través de la vida de cinco hinchas que, por distintas razones, se habían alejado del club y encuentran en su regreso algo más que fútbol. Entre testimonios, escenas reconstruidas y material de archivo, el filme muestra cómo la historia de un equipo se cruza con la de quienes lo siguen, en las buenas y en las malas.

Afuera de la sala, antes de empezar, se respiraba ambiente de previa: grupos de amigos comentando la última temporada, niños con la camiseta puesta, banderas dobladas en las manos como si fueran entradas de tribuna. La emoción tenía algo de ritual: encontrarse, compartir recuerdos y, al final, vivir juntos una experiencia que mezcla la intimidad de una historia personal con el calor colectivo de la hinchada.

Las butacas se llenaron rápido. No hubo silbato inicial, pero el apagón de luces marcó el comienzo y como en un partido, hubo momentos de silencio absoluto, risas espontáneas y aplausos que rompían la tensión en escenas emotivas. La sala se convirtió en una gradería improvisada, donde la película actuó como un gol que todos celebraban.

Uno vuelve siempre logra recordarnos que el fútbol, visto desde la hinchada, es mucho más que noventa minutos. La película muestra que detrás de cada barra, cada cántico y cada viaje a un estadio, hay historias de pérdidas, reencuentros, amistades y segundas oportunidades.

Uno de los aciertos de la cinta es que no romantiza de manera ciega: hay espacio para hablar de decepciones, de temporadas amargas y de la distancia que a veces se abre entre el club y su gente. Al tiempo, se reconoce el valor de la fidelidad, la importancia de mantener viva la identidad y de entender que, en el fútbol, “volver” siempre es posible.

Desde lo técnico y profesional, la película ofrece una mirada poco común a la vida interna del club. Hay planos de camerino, entrenamientos, reuniones de directivos y fragmentos de la última temporada, con victorias y tropiezos. Esa parte institucional se entrelaza con el relato humano de los hinchas, de modo que la reconstrucción deportiva y la historia social se retroalimentan.

Esa combinación hace que el filme no se quede solo en la nostalgia: también habla de gestión, de estrategia y de lo que significa sostener un equipo de primer nivel en un país donde el fútbol es pasión, pero también negocio y responsabilidad social.

El estreno de Uno vuelve siempre abre otra conversación: el lugar del deporte en el cine colombiano. No es habitual que una producción nacional dedicada a un equipo de fútbol llegue a la cartelera de cadenas como Cinemark y Cine Colombia con preventa y funciones especiales. La respuesta del público en estas premieres sugiere que hay espacio y ganas de contar historias deportivas con lenguaje cinematográfico.

Para Nacional, la película es una oportunidad de dejar un testimonio que habla de su presente, Y que sirve como archivo vivo de lo que significa el club para miles de personas. Para el espectador, es una invitación a mirar más allá de las estadísticas y los trofeos, y a encontrarse con el pulso humano que late detrás de cada jugada.

Al final de la función en Atlantis, mientras se encendían las luces y se abrían las puertas, muchos se quedaron minutos más, comentando escenas y recordando anécdotas. Afuera, algunos sacaban sus celulares para grabar breves reseñas improvisadas, como si fuera un comentario postpartido. La frase que le da título a la película, Uno vuelve siempre, parecía confirmarse en ese instante: volver no es solo regresar al estadio, es también recuperar una parte de uno mismo.

Porque el fútbol, cuando se vive así, no es un espectáculo que se consume; es una identidad que se comparte y eso, en cine o en la cancha, siempre vale la pena vivirlo.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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