En un mundo preocupado por producir alimentos para satisfacer las necesidades alimentarias de la población, es más que preocupante el desperdicio de los mismos por causas controlables, que van en toda la cadena de cosecha, transporte, distribución, venta, en el uso final que se hacen en restaurantes y en los hogares de los afortunados que tienen que comer.
Para algunos sectores sociales, esto es parte de las pérdidas propias de un mercado, pero los costos adicionales que no se contemplan como el uso de la tierra, de agroquímicos que envenena el suelo, las aguas y en algunos lamentables casos hasta el aire, son costos que hace que el desperdicio de comida sea absolutamente inexcusable.
Organizaciones como la FAO, buscan que se conozca el costo social, ambiental y humano de lo que representa la pérdida y el mal uso de los alimentos, más cuando las cifras de malnutrición mundial son preocupantes.
En “El Último Café”, conversamos con Michela Espinosa, funcionaria de FAO sobre esta abrumadora realidad que nos convoca a todos a reconsiderar nuestra responsabilidad frente al tema.