María Corina Machado ofreció este jueves en Oslo sus declaraciones más esperadas desde que logró salir de Venezuela tras más de un año en la clandestinidad. Frente a una multitud de venezolanos y medios internacionales, la ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025 afirmó que su presencia en Noruega no representa un triunfo personal, sino “el testimonio vivo de un país que ha resistido con coraje”, asegurando que vino “en nombre del pueblo venezolano” y que su compromiso sigue siendo llevar el galardón de regreso a su país “en el momento oportuno”.
Machado reiteró que su objetivo inmediato es acelerar el fin de lo que describió como “la tiranía que ha sometido a Venezuela por tantos años”. Enfatizó que hará “todo lo posible” para volver, aunque aclaró que no revelará ni la fecha ni la forma de su retorno, por considerar que aún existen riesgos significativos para su seguridad y la de quienes la ayudaron a salir del país. Durante su intervención, agradeció expresamente a “todos aquellos hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas para que yo pudiera estar aquí hoy”, un reconocimiento que generó aplausos entre los asistentes.
En la conferencia conjunta con el primer ministro noruego Jonas Gahr Støre, Machado afirmó que su misión sigue siendo la restauración de la democracia en Venezuela. Aseguró que el reconocimiento internacional no la aparta de su propósito, sino que fortalece su lucha y la visibilidad de la crisis venezolana. Señaló además que no cree que el gobierno de Nicolás Maduro conociera su paradero durante los 16 meses en los que permaneció escondida, pues de haberlo sabido “habrían intentado impedir mi llegada a Oslo”.
Las declaraciones de Machado marcaron su primera aparición formal ante la prensa internacional desde su salida de Venezuela. Su mensaje final volvió a insistir en el horizonte político que visualiza, “Venezuela será muy pronto un país brillante, democrático y libre”. Ante seguidores que ondeaban banderas y coreaban consignas, la dirigente aseguró que su lucha continúa y que su presencia en Oslo es apenas el comienzo de una nueva etapa de presión internacional para impulsar el cambio político en su país.








