Por: Danniela Rodríguez
17 horas seguidas para pedalear, caminar, trotar, patinar, bailar o simplemente dejarse llevar por la ciudad con otros ritmos. No es una ciclovía cualquiera. Esta jornada, que hace parte del Festival de Verano, tiene varios objetivos, entre ellos romper un récord y quizás más importante, recordarle a Bogotá que existe otra forma de habitar el espacio público.
El Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) es el encargado de esta apuesta ambiciosa. La meta, además de la celebración en sí misma, es intentar inscribir esta ciclovía como la más extensa en tiempo a nivel mundial, al menos en cuanto a duración continua se refiere.
La edición extendida del 7 de agosto cubrirá al menos 98 kilómetros de rutas tradicionales, atravesando zonas clave del norte, centro y sur de la ciudad. Aunque no se activará el trazado completo de los más de 130 km que suelen estar disponibles los domingos, sí estarán habilitados 11 tramos, entre ellos corredores amplios como:
- La emblemática Carrera Séptima
- La Avenida Boyacá
- La Carrera 50
- Tramos de la Autopista Sur hacia Bosa y Kennedy
- Parte del circuito occidental, con conexión a El Tunal y Puente Aranda

Además, desde julio se han integrado nuevas rutas en el suroccidente, conectando zonas populares que históricamente no tenían acceso directo a este tipo de espacios. Estas extensiones permiten que la ciclovía no sea solo un privilegio del norte o del centro, sino un espacio verdaderamente incluyente.
No es necesario inscribirse ni pagar nada. Solo hay que salir, con o sin bicicleta y sumarse al recorrido. Está pensado para todas las edades y tipos de movilidad no motorizada: se puede trotar, patinar, caminar, montar patineta, usar silla de ruedas o coche de bebé. Es por ello que hay algunas recomendaciones importantes:
- Usar casco si se va en bici, patines o patineta.
- Llevar ropa cómoda, agua y bloqueador solar.
- No olvidar las luces si se estará hasta entrada la noche.
- Respetar las señales y las indicaciones del personal logístico.
En los puntos más transitados habrá zonas de hidratación, clases gratuitas de actividad física como: aeróbicos, yoga, rumba y también estaciones informativas con campañas de movilidad segura, salud y autocuidado.
La ciclovía bogotana no es nueva. Tiene más de 50 años de historia y es considerada un ejemplo a nivel mundial. Lo que nació en 1974 como una pequeña rebelión de ciclistas frente a la cultura del carro, hoy es un sistema organizado, con más de 1.5 millones de usuarios cada semana y presencia en casi todas las localidades.

Durante años ha demostrado que moverse distinto también es posible, que el espacio público puede usarse con otra lógica y que una ciudad no necesita autos para estar viva.
Este 7 de agosto, la apuesta va más allá del ejercicio físico. Se trata de recordar qué puede ser Bogotá cuando se piensa más para la gente y menos para los motores. Es una oportunidad para vivir la ciudad con otros ojos, escucharla sin pitos, olerla sin humo, compartirla con desconocidos en armonía.
No es casualidad que esta jornada se realice justo en esta fecha. El 7 de agosto es festivo nacional, día en que se conmemora la Batalla de Boyacá. Pero también es cuando Bogotá celebra su Festival de Verano, que este año tiene una programación cargada de música, arte, deporte y cultura.
La ciclovía será una de las actividades estrella. Una forma de celebrar el cuerpo, el espacio, la ciudad y por qué no, de darle un respiro literal y simbólico, al caos urbano.
Aunque esta versión de 17 horas es excepcional, muchas personas esperan que sea el inicio de algo más ambicioso. Que la ciudad le siga apostando a estas formas de moverse y convivir. Que la ciclovía no sea solo una tradición dominguera, sino un derecho urbano que crece, se amplía, se adapta.