La pasión de Camilo por la fotografía nació hace aproximadamente 32 años; en ese entonces solo existía la fotografía química. Con el paso del tiempo, su interés por esta fue incrementando, llevándolo a profundizar en este mundo de laboratorios y técnicas artesanales. Sin embargo, cuando la fotografía digital tomó fuerza en Colombia, él no se enamoró de este cambio y tomó la decisión de quedarse en la exploración de los procesos del siglo XIX, pero aplicados en el siglo XXI.
Del laboratorio al tiempo y memoria
En la actualidad su acercamiento no es únicamente desde la mirada de un fotógrafo, sino desde la del artista visual. Sabogal trabajó con técnicas como el colodión húmedo del año 1851, un procedimiento fotográfico sobre vidrio o metal que requiere gran esfuerzo. “Es una mezcla química que se aplica sobre el vidrio, contiene un ingrediente llamado colodión que es como el pegante y unas sales de yoduro y bromuro de plata, unas sales sensibles a la luz; esta mezcla se pone sobre el vidrio. Antes de que se seque, debe colocarse en la cámara, exponerse a la luz y revelarse”, explica. Este proceso se demora alrededor de 5 minutos; en caso de que dure más tiempo, los ingredientes pueden evaporarse muy rápidamente y la placa se puede secar y dañar.

Sus obras reflexionan sobre el tiempo y este legado a la memoria; estos dos elementos se entrelazan en la evocación de elementos del pasado. Para él, estas técnicas no son meros ejercicios de nostalgia, sino herramientas que permiten resignificar la fotografía como objeto. En sus palabras:
“Normalmente, la gente tiene cientos y miles de fotos en su teléfono celular que ni siquiera mira y, en el caso de estas técnicas artesanales, se resalta el valor del objeto”.
Retos y aprendizajes
Aunque lo digital quería sustituir lo analógico, hoy persisten personas que aún producen fotografía con técnicas pasadas. Sabogal se apropia de estas técnicas como una forma experimental que diferencia frente a la inmediatez tecnológica: mientras que en la fotografía digital no es necesario comprender el funcionamiento interno de la cámara para obtener imágenes de calidad, en lo químico el proceso manual es esencial, es decir, que es un proceso que no se puede comparar con lo digital.
Sin embargo, estas prácticas no están exentas de los desafíos y retos; los costos elevados y la escasez de materiales limitan la preservación de estas prácticas, a lo que se suma la falta de apoyo cultural y de salidas comerciales para la fotografía química. Aun así, Sabogal insiste en la importancia de sostener estas técnicas en el tiempo, tanto por su valor artístico como histórico.
Finalmente, nos recalca que para la fotografía química hay mucho que estudiar y que aprender. Hay que aprovechar los medios que hay en la actualidad para conseguir información, a pesar de que a él le tocó en tiempos más difíciles. Hoy en día existen opciones donde hay información valiosa y no debemos desaprovechar esos recursos y, como mensaje a nuevas generaciones, los invita a explorar sin miedo.
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