Siempre hablar de salud resulta complicado de dialogar, sobre todo cuando se discute acerca del sistema que emplea nuestro gobierno para hacerla llegar a todos nosotros, los colombianos; y es en esta campaña por la presidencia del próximo cuatrienio que los candidatos no pueden obviar un tema central y que impacta el diario vivir del colombiano, desde muchas propuestas técnicas y otras tantas apasionadas o llevadas por el sentimiento, pero ¿cuáles serán los objetivos del próximo inquilino de la Casa de Nariño?
Dentro del ramillete de propuestas que tienen los candidatos presidenciales, hay sólo uno de ellos, Gustavo Petro, que abiertamente propone “reestructurar” (la palabra de moda en esta campaña) el sistema de salud actual y finiquitar las EPS para dar cabida a un sistema netamente público, con enfoque en la prevención de la enfermedad; sin embargo, qué tan factible llegue a ser esto es de poca probabilidad, por eso mismo es que todos sus rivales hablan de prevención pero desde el mismo sistema, usando a las EPS como el elemento que gestionará la atención en salud del colombiano.
El hecho que la mayoría en este caso hable de mantener el sistema, tiene su razón y su sensatez, pues la modificación del sistema de salud desde una legislatura puede ser igual o más difícil de obtener que incluso una reforma política (cuantas ya van truncadas y las que están por venir); por ello, hablar del sistema de salud debería pasar más por cómo fortalecer lo bueno y corregir lo malo del actual.
Decir que tiene algo bueno, es como ofrecerse a una golpiza, pero es un sistema al que no se le puede discutir sus cifras de cobertura (95% según el boletín de aseguramiento en salud 2016), su solidaridad y financiación de los tratamiento de los más pobres, para que este sea de costo cero o con un valor muy inferior al de otros sistemas internacionales, donde no se cubren por parte del estado los tratamientos. Pero tampoco podemos negar las deudas de las EPS por $8.2 billones (Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas) que tienen con todas las IPS entre privadas y públicas a corte del 2017.
Si bien todos los candidatos hablan de fortalecer las buenas EPS y cerrar las malas, vigilar y contener la corrupción dentro del sistema, en especial luego de los penosos carteles de pacientes “inventados” con VIH, salud mental, hemofilia y otras más, es decir, es el lugar común al que es inevitable llegar dentro de las campañas políticas, es muy claro también que es un objetivo, pero ¿cómo lograrlo?
Este es el eje del asunto, y todo pasa por darle al Estado un mejor poder regulatorio en un sistema que permite la libertad de los privados, sin una regulación verdadera, no desde el brazo ejecutorio del gobierno, que es la tristemente “pintada en la pared” Superintendencia Nacional de Salud (Supersalud), sino desde un ente que realmente despierte el respeto y en cierto modo el miedo que debe merecer, que sea fuerte y ejecutorio como lo es hoy la Superintendencia de Industria y Comercio, para dejar de ver el mural que hoy es la Supersalud, acaso ¿cuánto tiempo lleva la Supersalud tratando de dar una solución a Saludcoop, luego Cafesalud y ahora Medimas?
Un punto esencial en la vida nacional siempre será la salud, todos queremos tener parte en la discusión y también la verdad absoluta, es comprensible, es ¡nuestra salud! Y también la salud de ustedes señores candidatos, hay que perderle el miedo al lobby de los aseguradores de la salud, de las farmacéuticas, y hay que perderle el miedo a la enfermedad que es la inoperancia estatal cuando se habla de salud, hay con qué ejercer control y hay cómo sacarle jugo a un sistema desprestigiado, no para obtener dinero, sino para precisamente obtener eso que se quiere: salud, salud y salud.