Por Yordy Andrés Moreno Córdoba
El sol apenas se asomaba sobre las aguas del Atrato cuando Eugenio ajustó el motor y
Luisa acomodó los asientos de la embarcación. A esa hora, el río todavía guardaba
silencio, pero la jornada apenas comenzaba. Así inicia casi todos los días de esta pareja
que, contra las dificultades y con esfuerzo constante, levantó Champa Mía, una empresa
de transporte fluvial que hoy es sinónimo de servicio y esperanza en el Chocó.
En este Departamento , el río Atrato no es solo un paisaje: es la vía principal, el mercado y el lugar
donde transcurre la vida. Los pueblos a sus orillas dependen del agua para moverse,
trabajar y encontrarse. Por eso, contar con un medio de transporte confiable se vuelve una
necesidad tan vital como el alimento.
Ahí es donde surge Champamía. No nació de la nada, sino de la visión de Eugenio y
Luisa, quienes entendieron que la comunidad necesitaba una embarcación segura,
organizada y al servicio de todos.
Eugenio recuerda que al principio la idea parecía una locura: comprar y sostener una
champa requería recursos, disciplina y mucha paciencia. Pero no estaba solo. A su lado,
Luisa se convirtió en compañera de proyecto y de vida. Juntos enfrentaron los primeros
viajes, las dificultades para conseguir gasolina y los costos de mantener el motor.
“Hubo días en que pensamos que no iba a resistir, que la champa se quedaba en el
camino”, cuenta Eugenio. “Pero seguíamos, porque sabíamos que la gente dependía de
esto.”
Luisa lo complementa: “Nunca lo vimos solo como un negocio. Para nosotros era la
forma de darle algo a la comunidad, de conectar a las personas y mostrar que el río
también es oportunidad.” (E. Murillo, comunicación personal, 01 de octubre de 2025).
Sacar adelante Champamía no ha sido sencillo. La pareja ha tenido que lidiar con la falta
de apoyo institucional, con la inestabilidad del río y con los gastos constantes de
mantenimiento. Sin embargo, el respaldo de la comunidad ha sido el motor más fuerte.
Cada pasajero que paga un tiquete no solo compra un viaje, también aporta a la
sostenibilidad de un proyecto familiar que busca servir. Para Eugenio y Luisa, la
confianza de los usuarios es la mejor recompensa a su esfuerzo.
Champamía no se limita a llevar pasajeros de un punto a otro. También transporta
productos, saberes y tradiciones que dan vida a la economía local. En su interior viajan
estudiantes con sus libros, comerciantes con mercancías, familias enteras que regresan de
visitar a sus parientes, y hasta botellas de viche que acompañarán las celebraciones.
Eugenio y Luisa lo tienen claro: la champa es parte de la cultura. No solo conecta orillas
físicas, también une historias y fortalece la identidad del Atrato.
La historia de Champamía es la historia de Eugenio y Luisa, una pareja que convirtió un
sueño en empresa, y una empresa en motor de desarrollo para su comunidad. Su empeño
demuestra que el río, más que un obstáculo, es un escenario donde se construye el futuro.
Cada vez que la champa parte, dejando una estela sobre el Atrato, se hace visible algo
más que un medio de transporte: un símbolo de resistencia, de trabajo conjunto y de
esperanza. En su recorrido no solo se trasladan pasajeros; se mueven las ganas de un
pueblo de seguir adelante, de remar en medio de las dificultades y de creer que, en el
Chocó, la vida siempre fluye con el río.