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[Crítica] La hora de la desaparición: una macabra y elaborada historia que da una buena sorpresa.

El director recrea momentos precisos en que la cotidianidad se hace presente y que desde lo simple, parece no decir nada, que se construye desde distintos puntos de vista, hasta convertirse en un todo más complejo y elaboradamente pensado.

En los últimos años pocas veces el género de terror da buenas sorpresas, cuando la mayoría de las propuestas son películas de cine gore con terror, donde la idea de un payaso sangriento parece ser la premisa de una historia, tanto como traer a la vida un Winnie Pooh violento es igual de válido, para tener ganancias bajo producciones pobres en todo sentido, donde el presupuesto no es lo único bajo en estas propuestas.

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No se trata de que la violencia no sea un recurso frente al género, se trata de que el contenido de la historia impacte con la narrativa visual, mostrando que pueden armonizar en la trama y en el ritmo, como en Longlegs (2024), o la bellamente construida desde la imagen para su género; La primera profecía (2024); la interesante Hereje (2024); o la mediática La sustancia (2024), que dejó una marca en el reciente Body Horror, entre otras, solo en 2024.

Ahora, el director de la sorprendente Bárbaro (2022), el talentoso estadounidense Zach Cregger, regresa con una película que hace todo bien: la construcción de sus personajes, el perfil de cada uno, su introducción y con una trama que crece en una historia redonda que desde lo sobrenatural y sus imaginarios, llena de ideas al espectador y lo lleva de la mano para entregarle, lo que es para mí, de los mejores clímax del género.

La hora de la desaparición (Weapons), nombre en inglés que, a mi manera de ver, aplica conceptualmente con la película, al contrario de su nombre para el mercado Latino Americano, narra una historia con una premisa que en la superficie parece sencilla, cuando un día, los alumnos de una misma clase, salvo uno, desaparecen misteriosamente la misma noche y exactamente a la misma hora, mientras la pequeña ciudad donde viven se pregunta quién o qué está detrás de su desaparición. ¡Ya está! Una premisa sencilla con un desarrollo notable.

Cregger recrea momentos precisos en que la cotidianidad se hace presente y que desde lo simple, parece no decir nada, que se construye desde distintos puntos de vista, hasta convertirse en un todo más complejo y elaboradamente pensado, con personajes que se van delineando con detalles suficientes para justificar sus reacciones y una de las mejores introducciones a un villano que haya visto, ya que son los imaginarios del espectador los que comienzan a generar esa tensión, hasta que se presenta por primera vez de una manera que no se espera.

Justine Gandy (Julia Garner), está igual de bien perfilada como los demás personajes: Archer Graff (Josh Brolin) el activador del thriller, y Andrew (Benedict Wong) que cierra el segundo acto, que logra que los demás accionen una parte importante de la bien armada historia que por momentos es un rompecabezas que se toma su tiempo para mostrar las piezas sin detalles al azar.

La hora de la desaparición se sostiene de tantas cosas que están bien, que no necesita enfatizar en alguna para alimentar su ritmo o atención, pues todos los factores funcionan, encajan en la construcción del clímax y en las emociones que generan hacia el gran personaje de Gladys Lily (Amy Madigan), que bien podría ser la hermana de Longlegs (Nicolas Cage) en la película de nombre homónimo, antes nombrada. Un personaje tan sombrío e interesante, mucho más que una contraparte, con bastantes preguntas en el camino, pero delineando sus motivaciones, que se traducen en un emocionante y perturbador plano secuencia en el último acto de la cinta.

Temas como la violencia familiar, el bullying, el abuso infantil y cómo los niños tienen que afrontar fenómenos como el rechazo, el impacto social y psicológico en sus vidas y en su bienestar frente a sí mismos y frente una comunidad, que como cualquier otra reacciona violentamente frente a una crisis como la planteada en la película, evidenciando las fuertes debilidades de una sociedad que intenta evitar a toda costa confrontarse consigo misma como se refleja en el personaje de Justine y su problema con el alcohol, pero todos tienen algo que resolver en sí mismos.

La hora de la desaparición es una película hábil, inteligente y bien armada, que es capaz de generar niveles de tensión y atención, que transita por el suspense, el terror y el thriller, además de adentrarse en temas donde se arriesga a parecer convencional, que en vez de eso, es otro acierto de su director Zach Cregger, con la promesa de entregarle grandes películas a la historia del cine. ¡Salud!

| Nota del editor *

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