El sorteo de la Copa Mundial de la FIFA 2026 dejó a la Selección Colombia en un grupo que combina tradición, potencia futbolística y un importante grado de incertidumbre. La Tricolor compartirá la fase inicial con Portugal y Uzbekistán, mientras que el cuarto integrante será definido mediante el repechaje intercontinental, donde compiten Nueva Caledonia, República Democrática del Congo y Jamaica. La presencia de estos tres aspirantes introduce un componente adicional de expectativa, pues cada uno representa estilos, geografías y niveles competitivos muy distintos.
Portugal llega como el rival más imponente del grupo. Su condición de cabeza de serie, su experiencia mundialista, el peso de sus estrellas y la solidez que mantiene en Europa lo convierten en un examen de máxima exigencia para Colombia. En torneos grandes, los portugueses suelen responder con jerarquía, lo que obliga a la Tricolor a preparar un partido con rigor táctico, inteligencia y concentración extrema.
Uzbekistán, por su parte, es un adversario menos tradicional, pero no por ello menor. Su crecimiento futbolístico en Asia ha sido sostenido y su clasificación al Mundial es producto de un proceso serio que combina orden defensivo, presión sostenida y una generación de futbolistas que compite con intensidad. Para Colombia representa un reto diferente: no es un rival tan mediático, pero sí uno capaz de complicar si se le subestima.
La plaza restante del grupo será asignada al ganador del repechaje entre Nueva Caledonia, República Democrática del Congo y Jamaica. Cada uno ofrece un panorama distinto: Nueva Caledonia llega como representante de Oceanía, con un estilo menos conocido para Colombia pero con el empuje que caracteriza a las selecciones que disputan estos playoffs; República Democrática del Congo aporta la fortaleza física y la intensidad que han distinguido históricamente al fútbol africano; y Jamaica presenta una mezcla de velocidad, potencia y una generación que ha evolucionado gracias a la presencia de jugadores en ligas competitivas. Cualquiera de estos tres podría convertirse en un rival incómodo, especialmente por el impulso emocional que suelen traer los equipos que llegan desde el repechaje.
Para Colombia, el grupo implica preparación integral. Portugal demanda orden y perfección táctica; Uzbekistán exige adaptabilidad y lectura rápida del juego; y el futuro repechista obligará al cuerpo técnico a contemplar múltiples escenarios, tanto físicos como estratégicos, por la variedad de estilos entre los posibles clasificados. Al mismo tiempo, este grupo abre una oportunidad real para competir por los dos cupos de clasificación directa a la siguiente ronda, siempre y cuando la Tricolor llegue con estructura, equilibrio y determinación.
La expectativa en el país es alta: regresar a un Mundial y competir con ambición es el objetivo. El sorteo, lejos de ser sencillo, plantea una ruta desafiante pero alcanzable. Colombia deberá combinar talento, disciplina y madurez para superar a rivales de continentes distintos y asegurar su permanencia en un torneo que, por su nuevo formato, premia la constancia desde el primer partido. Con un grupo que mezcla potencia, sorpresa y repechaje, el Mundial 2026 se perfila como una prueba decisiva para la identidad futbolística de la Selección.








