Por: Daniel Rojas Chía
Durante décadas un país como Colombia ha justificado su violencia desde tantos sectores como equipos de fútbol en el torneo doméstico. Los intereses de los que controlan el capital desde la política y liderado bajo empresas, bancos y sectores ganaderos parece buscan mantener ese estatus Q bajo cualquier circunstancia, hasta la de manipular la opinión pública según lo que le es útil y lograr algo tan único como la violencia y las ironías de la misma violencia generada por la misma sociedad colombiana, como el único país que está en desacuerdo en tener paz dentro de su territorio y en que la clase dirigente, abiertamente corrupta, sigo sustrayendo dinero público en gastos inútiles.
Durante toda la mínima formación política que inculcan los colegios promedios en el país se encuentra una nación con uno de los índices (según el gobierno) más bajos de voto en la región.
Dado que, al parecer, no existe una información viable durante décadas hacia una visión histórica lo suficientemente válida por parte del estado, para construir un sentido crítico responsable para recomponer una nación quebrada y donde solo persiste una búsqueda personal por la historia violenta y desafortunadamente sangrienta dentro de esa nación colombiana. El cine muestra una cara diferente y sirve en ocasiones como garante de la memoria histórica como también, para reconfigurar la misma, formando naciones desde la ficción como salvadora de la humanidad de extraterrestres por lo menos una vez al año en la pantalla grande.
Una nación democrática necesita detallar cómo sus sistemas en realidad son tan frágiles como su electorado. Tan fácil de convencer por mentiras así un meteorito está sobre sus cabezas a punto de aniquilarlos y todavía sean obedientes cuando se les ordena que “no miren arriba”.
Todos los sistemas democráticos de todos los “países libres” has sufrido incontables fallas en sus procesos electorales y fraudes electorales de todas las magnitudes posibles dentro de sus sistemas certificados por todo tipo de entidades y veedurías, que, para el ridículo de cualquier lógica democrática, en un país como Colombia, todos los estamentos estatales que cuidan estos tipos de procesos, están inclinados a quien está en el poder ¿democracia o dictadura?
Dentro de todos estos sistemas políticos que se autodenominan como democráticos, se encuentran ejemplos que trascienden el documental para mostrar de manera más masiva desde grandes producciones de cine, los problemas latentes de una sociedad que parece estar convencida de decidir con cada X pero al parecer, solo está siendo parte de un sistema de miedos y odios infundamentados que logran hacer algo que hace unos años muchas personas no creían; decidir por usted.
Estas son cinco películas que muestran de gran manera como los medios y la política corroída por la violencia, son tan efectivas para poner en el poder políticos sin ninguna intención colectiva, como la falta de información y lo que es peor, eliminar el sentido crítico que hoy en día parece ser exótico, criticado y satanizado bajo doctrinas políticas llenas de terror por la política exterior de un país que siempre busca poner más estrellas en su bandera.
Los idus de marzo (2011)
George Clooney en la dirección, y Ryan Gosling en el papel protagonista. ¿Qué podría salir mal? Nada, porque este drama nos da muchas cosas en lo que se puede buscar en un sobre política, contándonos la historia de Stephen Meyers, un joven jefe de prensa de un candidato en las primarias del partido Demócrata que aspira a la presidencia de los Estados Unidos. Una lucha complicada entre la verdad y conseguir la victoria a cualquier precio.
Don’t look up (2021)
Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) hacen un descubrimiento tan asombroso como terrorífico: un enorme cometa lleva un rumbo de colisión directa con la Tierra. El otro problema es… que a nadie le importa. Kate y Randall emprenden una gira mediática advertir a la humanidad que los lleva desde la indiferente presidenta Orlean (Meryl Streep) y su hijo y jefe de gabinete, Jason (Jonah Hill), a la emisión de ‘The Daily Rip’, un animado programa matinal presentado por Brie (Cate Blanchett) y Jack (Tyler Perry). Solo quedan seis meses para el impacto del cometa, pero gestionar el flujo de noticias y ganarse la atención de un público obsesionado con las redes sociales antes de que sea demasiado tarde resulta sorprendentemente cómico. ¿Pero qué es lo que hay que hacer para que el mundo mire hacia arriba?
Desaparecido (1982)
COSTA-GAVRAS nos muestra la historia de un joven e idealista periodista norteamericano desaparece de su domicilio en Santiago de Chile tras el golpe de Estado de Pinochet. Su mujer (Sissy Spacek) y su padre (Jack Lemmon) que se trasladan allí desde los Estados Unidos intentan averiguar su paradero y vivirán una auténtica odisea recorriendo las instituciones diplomáticas norteamericanas y tropezando con infinitas trabas burocráticas. Posiblemente llega a la cumbre del cine político, duro y directo, pero a la vez emotivo y con una cercanía que provoca aún más indignación en el espectador.
The Manchurian Candidate (1962)
Las locas teorías de conspiración política no son nada nuevo. Han existido desde siempre. Por ejemplo, el desgarrador thriller político de John Frankenheimer, protagonizado por Laurence Harvey como Raymond Shaw, un héroe de la Guerra de Corea al que los comunistas chinos le han lavado el cerebro junto con su propia madre dominante (una siniestra Angela Lansbury) y lo han convertido en un asesino involuntario. Su ambición es lograr que su vacío esposo sea elegido para un cargo más alto usando a su hijo como un peón armado. Frank Sinatra, como el excapitán de Shaw, corre contra el reloj para desprogramarlo antes de que pueda apretar el gatillo. El melodrama es llevado a los extremos, pero también lo es la paranoia y la tensión. También vale la pena echarle un vistazo a la nueva versión del 2004 protagonizada por Denzel Washington.
Cuatro días de septiembre (1997)
Bruno Barreto nos cuenta la historia de Fernando y Cezar. Estos son dos jóvenes idealistas que deciden unirse al Movimiento Revolucionario Ocho de Octubre. Los chicos descubren que unirse a este grupo significa cambiar de identidad y renunciar a vivir con sus familias. Pronto la organización los utilizará para secuestrar al embajador norteamericano en Brasil. Nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa se basa en una historia real acaecida en 1969. Estamos ante un interesante thriller político basado en la novela de Fernando Gabeira.