Por: Daniel Rojas Chía
Puede que el espacio donde se desarrolla la más reciente película de la canadiense Sarah Polley parezca una obra de teatro, y no es una sensación sin sentido. En esta ocasión, también actriz y cantante propone una adaptación de la novela de nombre homónimo de Miriam Toews con varias particularidades que hacen de Ellas hablan, un relato crítico, frontal y valiente sobre el abuso a la mujer desde la violencia psicológica y sexual, en un contexto de estándares ideológicos y religiosos que pierden por completo su fundamento y razón.
Otro aspecto a destacar es el asombroso reparto, que con cada personaje propone una narrativa apasionante con líneas reflexivas y potentes mensajes, sumado a una interpretación consciente, con una profunda capacidad de sumar a las ideas de la historia.
Encontramos actrices que con sus interpretaciones o sus silencios logran múltiples mensajes, como Frances McDormand, Rooney Mara, Claire Foy y Jessie Buckley, entre otras. Resulta fascinante cómo sus conversaciones invaden lo político y social, pasando por la ironía hasta la fuerte lucha de la mujer desde su condición de género y los abusos que sistemáticamente se han naturalizado al interior de la sociedad, como en el caso de esta “comunidad” donde las utilizaban como meros objetos.
La directora Sarah Polley, muestra las discusiones clandestinas que tienen lugar en las vigas de madera de un granero, que van creciendo con testimonios de las víctimas y que se simplifica en una posible acción que es sometida a votación: no hacer nada, pasar página, quedarse y luchar para que se haga justicia, o marcharse. De otro lado resulta irónico que las constantes agresiones puedan ser excomulgadas por la Iglesia.
Estas reuniones muestran los pros y los contras desde varios puntos de vista con nutridas líneas argumentales, que muestran los puntos de vista de las ancianas frente a las más jóvenes. Aquellas hablan desde la moralidad de la religión, en tanto que las más jóvenes critican las licencias que el pensamiento religioso les permite a los hombres, que les confiere poder y control sobre la mujer, debilitando esa concepción de moral desde estándares tan debatibles como que lo tradicional, parece no ser suficiente para permitir que todas las personas se permitan ser con cierta libertad.
Tal vez Polley no pretenda mostrar imágenes tan potentes a primera vista, pero su puesta en escena es poderosa y valiente, ya que más allá de las ideas propone una revolución.
Con empatía logra mantener el foco en sus personajes más importantes, pues los hombres aparecen sin ser personificados ni individualizados, sólo lo hacen como fantasmas de un mal sueño, en tanto que ellas se retratan con su ira, con su inteligencia, con su sentido del humor, y con su valioso mensaje de la esperanza en un futuro mejor.
Esta película está nominada a los premios Oscar en las categorías a mejor película y mejor guion adaptado. Una valiente visión cinematográfica con mirada de mujer para una sociedad que tiene mucho por aprender y bastante por corregir.