Por: Laura Elizabeth Moreno Martínez
Durante estos días los bogotanos hemos sido bombardeados por todos los medios, con la campaña “Pagar es lo correcto, colarse es lo corrupto” de la Alcaldía de Bogotá, que busca evitar más colados en el sistema de Transmilenio, a través del reciclaje. ¿Cómo? Cambiando botellas plásticas por pasajes. Sencillo, una persona sin dinero para el pasaje solo debe conseguir la mínima cantidad de cien botellas y cambiarlas en los centros ambientales por un valor cercano a los 2.300 pesos.
Pero: ¿Quién consume cien botellas al día? Y de ser así, si alguien tuviera para comprar cien botellas, no creen que esa persona preferiría pagar el pasaje que tener que pasar por la humillación a la que es sometida cuando trata de ingresar al sistema Transmilenio sin dinero. Bueno, digamos que no compra las botellas, sino que las busca en la basura: eso quiere decir que debe emplear fuerza de trabajo para su búsqueda y recolección, lo cual requiere tiempo y esfuerzo, proceso conocido como Reciclaje. Surge entonces la duda sobre si dicha campaña es o no positiva y justa con la ciudadanía, pues el reciclaje es un trabajo digno y válido como cualquier otro y, por ende, debe estar correctamente remunerado.
En un Centro de Acopio de Reciclaje de la Localidad Rafael Uribe Uribe, en el barrio San José, una persona asistió con diez botellas grandes de gaseosa recolectadas durante tres semanas de consumo en una familia pequeña. Al venderlas su valor real fue de 400 pesos, por eso las cien botellas tendrían un valor de 4.000 pesos. Esto indica que la campaña del Señor Peñalosa es injusta y ventajosa porque paga un valor inferior por el reciclaje de las botellas, vulnerando una vez más los derechos del ciudadano trabajador, así como su dignidad, ayudando de paso a los “Juanpis”, como dirían en el sur de la capital.
Es muy fácil juzgar y criticar a las personas que ingresan diariamente sin pagar al sistema de Transmilenio, pero quién de nosotros se pone en sus zapatos por un instante. Quien se detiene para preguntarse cuáles podrían ser las razones que llevan a tantas personas a colarse, a someterse muchas veces a la humillación pública y a la ridiculización al ser expulsados del sistema o retirados por la fuerza de las autoridades. o peor aún, a arriesgar sus propias vidas por la necesidad de transportarse.
Una consulta improvisada entre algunas personas que suelen colarse en el sistema de transporte permitió descubrir algunas de las razones que la gente argumenta para cometer esta infracción, y aunque algunas parecen justificables y otras de ninguna manera lo son, todas tienen ciertos factores en común como la falta de dinero y la inminente necesidad de transporte.
Tan solo piense en estas dos situaciones distintas con un problema en común: la falta de dinero para transportarse. En la primera, una persona desempleada debe transportarse para llegar a una entrevista: ¿cómo hacerlo sin dinero y sin ayuda de nadie?. En la segunda, una persona que trabaja y estudia debe pagar tres transportes diarios y en muchas ocasiones no puede costear estos gastos. Pienso que no son casos aislados, sino que dejan en evidencian los problemas económicos de la ciudadanía; a esto se le suma la situación de migración venezolana que ha aumentado el desempleo en Bogotá y las nuevas medidas de la alcaldía contra los recicladores, quienes ya se están manifestando en contra de la medida en Ciudad Bolívar.
La Alcaldía de Peñalosa, aparte de implementar medidas punitivas contra los colados, debería analizar la raíz de esta problemática que surge por dificultades económicas de las personas; se propone que la actual o la siguiente administración tome medidas que cobijen y protejan a los ciudadanos vulnerables y con problemas de dinero, como un subsidio de transporte para las personas desempleadas y para los estudiantes sin importar su estrato social.