Por. Erika Lorena Menza Cerquera
La globalización ha sido un fenómeno que avanza día a día y nos ha sometido a una serie de cambios en la historia de la comunicación. Han sido cambios acelerados debido a los grandes avances tecnológicos y que alcanzan niveles complejos de relaciones entre distintos países, corporaciones, sociedades y seres humanos.
Esta, ha impactado de manera notoria en la comunicación facilitando el intercambio cultural, la forma de difusión a nivel mundial a través de diversas plataformas que con el paso del tiempo han facilitado la forma de comunicación con personas de diversos países gracias a las tecnologías de la información y la comunicación. (TIC).
En el mundo interconectado actual, la globalización se ha convertido en una de las fuerzas más poderosas que moldean la identidad juvenil. A medida que los jóvenes se desenvuelven en este panorama globalizado, su autopercepción se ve cada vez más influenciada por las culturas, ideologías y estilos de vida que encuentran. Ya sea a través de la exposición a los medios internacionales, los viajes o las redes sociales, los jóvenes de hoy están más conectados que nunca a una red global de ideas y prácticas.
En el siguiente texto se profundizará cómo la globalización ha cambiado la forma de comunicarnos y cómo ha influido en la formación de identidad de los jóvenes en diferentes contextos culturales.
Influencia de la globalización en la formación de identidad de los jóvenes
La globalización ha tenido un profundo impacto en la comunicación a nivel mundial, con efectos tanto positivos como negativos. Entre los aspectos positivos destacan el acceso instantáneo a la información, el intercambio cultural y los avances tecnológicos en los medios de comunicación. Por otro lado, los efectos negativos incluyen la homogeneización cultural, la desigualdad en el acceso a la tecnología, la sobrecarga y la desinformación, así como la progresiva pérdida de la interacción cara a cara.
Las nuevas generaciones concentran la mayor parte del consumo de videojuegos, música, redes sociales y televisión. Este consumo masivo, impulsado por el consumismo, ha generado transformaciones profundas en los comportamientos y en los procesos de pensamiento de los jóvenes. Estos cambios están estrechamente ligados al debilitamiento de las instituciones sociales tradicionales como la familia, la escuela y la iglesia que antes promovían una homogeneidad de valores y principios culturales. Su declive ha propiciado una mutación cultural en el individuo contemporáneo, quien ahora construye su identidad en un entorno fragmentado y diverso.
Con la transformación de la modernidad, muchas normas que antes regían de forma estricta y obligatoria han perdido vigencia. Por ejemplo, en instituciones educativas, universidades y colegios, antiguamente se exigía el cumplimiento de reglas específicas sobre vestimenta, corte de cabello y comportamiento. Hoy en día, muchas de estas normas se ignoran o se reinterpretan, lo que permite que la juventud moderna reclame mayor autonomía. Sin embargo, esta búsqueda de libertad no siempre se acompaña de una mayor libertad emocional o social, y en muchos casos se traduce en una actitud exigente y crítica frente a las estructuras tradicionales.
Según Zygmunt Bauman, el creciente interés de la sociología por la noción de identidad se debe al desmoronamiento de instituciones como la familia, el Estado y la iglesia, que históricamente sirvieron como pilares de la sociedad moderna. En lo que denominó modernidad líquida, el mundo se fragmenta en realidades poco coordinadas, y en nuestras vidas transitamos constantemente entre múltiples “comunidades de ideas y principios”. Como señala Urcola (s.f.), citando a Bauman: “En nuestros modernos tiempos líquidos, donde el héroe popular es el individuo sin trabas que flota a su libre albedrío, estar fijo, estar identificado inflexiblemente y sin vueltas atrás, tiene cada vez peor prensa” (pp. 68-69).
La modernidad líquida a la que alude Bauman describe precisamente la realidad actual: un entorno en el que los jóvenes, a menudo, se sienten desconectados, invisibles o poco valorados. Muchos perciben que viven en un mundo virtual que limita su expresión auténtica y los aleja del contacto con una realidad social más profunda. Este contexto genera inseguridad y dificulta la construcción de una identidad clara, así como la búsqueda de intereses y pasiones genuinas.
Es evidente que la identidad se diluye progresivamente con la aparición de nuevos avances tecnológicos. Hoy en día, muchos jóvenes buscan modelos a seguir en las redes sociales, especialmente en figuras conocidas como influencers. Diariamente, estas personas promueven productos como ropa, electrodomésticos o joyas, lo que incentiva un consumo basado más en la imagen que en necesidades reales. Esta tendencia conlleva riesgos significativos: la idealización de estilos de vida artificiales y representaciones manipuladas generan en los adolescentes presión por alcanzar estándares estéticos y sociales poco realistas, afectando su autoestima y sentido de identidad.
Para abordar las brechas identitarias que afectan a la juventud, es fundamental identificar los factores que las generan. Es necesario que las instituciones sociales (la familia, el Estado y la iglesia) promuevan entornos seguros donde se fomente el pensamiento crítico frente a la influencia de los medios. Espacios como debates abiertos sobre el uso de las redes sociales, talleres de alfabetización mediática y actividades de reflexión colectiva pueden empoderar a los jóvenes, ayudándoles a construir un sentido de identidad más sólido, autónomo y consciente.
En conclusión, las redes sociales ejercen una influencia significativa en la construcción de la identidad juvenil. Su impacto puede ser positivo o negativo según el uso que cada adolescente haga de ellas: pueden convertirse en herramientas de expresión, conexión y aprendizaje, o bien, en obstáculos que refuercen la comparación, el consumismo y la inseguridad.
La globalización puede acentuar las divisiones sociales, y en su proceso de transición hacia la vida adulta, un entorno muchas veces percibido como intimidante, los jóvenes pueden volverse vulnerables a la segregación o la exclusión. Para muchos, la exclusión social representa una brecha difícil de superar, lo que los lleva a buscar validación a través del consumismo y las redes sociales. Además, los jóvenes y los actores clave del ámbito juvenil —a nivel local, nacional e internacional— tienen escasas oportunidades de reunirse, establecer contactos y compartir experiencias sobre los efectos de la globalización. Esta limitación afecta su capacidad para desarrollar respuestas colectivas, fomentar el diálogo intercultural y fortalecer la solidaridad. Asimismo, existe una necesidad urgente de reflexionar sobre cómo adaptar las políticas y herramientas tradicionales de juventud a este nuevo contexto globalizado. Afortunadamente, algunos actores del sector ya trabajan activamente por promover valores universales como la igualdad, la justicia, la paz y el respeto a la dignidad humana.
REFERENCIAS
Grajales Escobar, J. F. (S.f). La globalización y la importancia de las TIC en el desarrollo social . Revista Reflexiones y Saberes, (11), 2-9.
Margarit, R. M. (2003). LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN, EN AMÉRICA LATINA. Bibliotecas. Vol. XXI, No.1.
Urcola, M. (S.f). La Identidad en los Tiempos de la Globalización. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Ciencia Política y RRII. Escuela de Trabajo Social.