El mensaje del Nacimiento de Jesús “es antiguo y siempre nuevo”, es único, pero puede transmitirse según la tradición, con originalidad y “timbre” propio, con “estilos diferentes, a partir de culturas y lenguas diferentes”, pero sin ceder al consumismo. Reaccionemos ante el sistema, siempre con el pensamiento puesto en la Tierra de Jesús, y en todos los demás lugares donde se vive el dolor de la guerra.
Porque el Evangelio de la Navidad es único, pero no se puede cantar de manera uniforme. En cambio, la tendencia del modelo tecnocrático es lo contrario, es homologar, estandarizar. Sabemos, por desgracia, que la Navidad también es víctima de este modelo comercial y consumista. Pero dejemos que los villancicos conserven al menos esa poesía y espontaneidad que les da tanta vida. Ayúdennos a defenderlos de este abuso.
Desde los tiempos más remotos, los seres humanos han transmitido cuentos y oraciones en forma cantada. Y esto sigue siendo así hoy en día, sobre todo en algunas poblaciones autóctonas. Pero también encontramos este fenómeno en las sociedades modernas: pensemos en cuántos adolescentes se saben de memoria las canciones de sus cantantes favoritos, porque esas palabras combinadas con la música despiertan en ellos una mezcla de emociones y significados.
El Papa no olvida a quienes en el mundo sufren la violencia de los conflictos y manifestó que también ustedes cantarán pensando en los que viven estos días en el dolor y el miedo a causa de la guerra. Tantas guerras. Desgraciadamente también en la Tierra de Jesús. También por esto les doy las gracias y los bendigo.