Por: Angélica Miranda
Debido a los hechos registrados últimamente por diversos medios de comunicación y difundidos por redes sociales, los cuales documentan los múltiples agresiones y violencias a las cuales han sido sometidas las mujeres en diferentes lugares de Colombia y Latinoamérica, la demanda de artículos de defensa personal como manoplas, gas pimienta, tasers, alarmas y otras, han incrementado su venta en el mercado.
Y es que el auge en las ventas de este tipo de artefactos no es una cuestión de azares, esto se debe específicamente al impacto que genera en la población femenina el conocer las recientes cifras de agresiones de las que son víctimas sus congéneres, no solamente en el territorio nacional, sino en América Latina y el mundo.
Dentro del contexto social actual, en países como México, luego del sonado caso de Debanhi Escobar; pasando por varios países de Centro América, Colombia, Argentina, Perú, Chile, entre otros, las mujeres buscan la manera de proteger su integridad por lo que se hacen a herramientas portables con las cuales puedan defenderse o llamar la atención de las personas a su alrededor en caso de sentirse en riesgo, estar siendo perseguidas o acosadas.
En Argentina, 5 de cada 10 mujeres acuden a centros comerciales y locales en donde encontrar artículos de defensa personal. En Colombia, por ejemplo, en los últimos 4 meses, según datos de una plataforma de comercialización de estos elementos por internet, dos tiendas hicieron 11.549 ventas de dichos elementos, de las cuales más del 60% de esta cifra eran mujeres; igualmente, en un sondeo realizado a través de la cuenta de Twitter del periódico El Tiempo, el resultado informó que el 86.2% de los participantes indicó estar dispuesto a comprar estos elementos, de esta cifra total, el 78.2% de la participación fue femenina.
Adicionalmente, también se debe mencionar que no solo se ha incrementado la venta de estos artículos, sino que, además, en internet se han disparado las búsquedas de videos en donde se expliquen tácticas de defensa personal y en ciudades como Bogotá y Cali, las inscripciones en academias de artes marciales, entre otras, han aumentado potencialmente ya que la preocupación en medio de la inseguridad y la violencia de género que se agudiza con el pasar de los días alarman a la población, hombres y mayormente mujeres buscan las mejores opciones para defenderse de posibles agresiones que ya no respetan tiempo ni espacio.
El tema de la adquisición de herramientas y conocimientos de defensa personal no es nuevo, a través de la historia se evidencia cómo las mujeres han implementado diferentes estrategias y armas para defenderse de agresiones, lo cual evidencia que día a día las mujeres están más interesadas y necesitadas de apropiarse y empoderarse de su cuerpo y existencia, con el fin de demostrarle a la sociedad que ser mujer no es sinónimo de debilidad o fragilidad, sino que es un acto valiente y liberador, sin embargo, esto no significa que sea agradable, pues el miedo constante y la incertidumbre son bonus bastante desagradables en el proceso de empoderamiento y además hacen ruido en una comunidad que día a día es testigo de violencias de todo tipo contra las mujeres viendo como brilla la impunidad e incluso la negligencia e insuficiencia de la justicia en la mayoría de los casos.