Por: Brayan Stiven Vásquez Corredor, integrante del Semillero Laboratorio Soundterra
La salsa cambió de rumbo. Lo que antes era un murmullo entre coleccionistas, músicos y bailadores, hoy se dice en voz alta desde los escenarios más importantes. La capital de Colombia, conocida por su diversidad y por ser un mosaico cultural en medio de montañas, es el nuevo epicentro de un género que nació en el Caribe pero que encontró en la capital un hogar inesperado.
Fue el trombonista y director Andresito Viáfara, al frente de la agrupación La Suprema Corte, que lanzó la frase que marcó la noche del Festival Salsa al Parque. Lo hizo en la rueda de prensa previa al evento, en entrevista exclusiva para Soundterra, donde afirmó: “La capital de la salsa es Bogotá, ya no puede ser secreto, ya dejó de ser Cali”.
En medio del concierto, la música se detuvo para darle paso a la emoción de Viáfara, y lo que dijera horas antes, retumbó con más fuerza en la memoria del público. Cali, que por décadas fue llamada la Capital mundial de la salsa, mantenía su reinado en la memoria colectiva, pero en la práctica Bogotá se había convertido en la nueva casa del género.
La jornada tuvo además un matiz íntimo y emotivo, el concierto coincidía con el cumpleaños del propio Viáfara. El público, que ya vibraba con la potencia de los trombones, se unió en un coro improvisado de “feliz cumpleaños” que llenó la plaza de calor humano.
El gesto simbolizó algo más que un homenaje personal. Era como si la ciudad, representada en esa multitud diversa, se sumara a la celebración de un músico, y de una historia colectiva que confirmaba su lugar en el mapa salsero.
Mencionar a Cali es inevitable. Nadie puede negar su legado: sus clubes nocturnos, sus emisoras, su feria, sus coleccionistas y sus bailarines marcaron una época de esplendor que todavía resuena.
Pero la cultura no se congela, y la salsa encontró en Bogotá un espacio donde renovarse. No se trata de destronar, sino de reconocer que el corazón del género palpita con fuerza en otra geografía.
Que la afirmación viniera de La Suprema Corte no es detalle menor. La orquesta nació en los noventa bajo el liderazgo de Viáfara tras su paso por el Grupo Niche, junto con Rodolfo Granja y Cheo Angulo.
Desde su debut con Salsa Pesada mostraron un sonido duro, de trombones imponentes y líricas que conectaron con la gente. Temas como Escombros, Un amante como yo, Contaminado o Quiero quedarme en ti, se convirtieron en clásicos que viajaron por América y Europa, que consolidaron a la agrupación como referente de la salsa colombiana.
Fueron premiados en la Feria de Cali en los noventa y en 2023 celebraron tres décadas de trayectoria con el álbum Suprema 30-30 Vol. 1, un homenaje a sus propios clásicos.
Hoy, con una formación renovada, siguen ocupando un lugar central en la escena y se presentan como testigos privilegiados de este momento histórico. Lo que ocurrió en Salsa al Parque fue más que un concierto. Fue la confirmación de que Bogotá dejó de ser un escenario secundario para convertirse en protagonista.
La discusión sobre cuál es la capital de la salsa seguirá abierta en tertulias, emisoras y reuniones familiares. Algunos defenderán el título caleño con nostalgia y razón, otros celebrarán la coronación bogotana con euforia. Más allá de los títulos, lo cierto es que la salsa encontró en Bogotá un nuevo hogar donde crecer, y que la música, como la vida, nunca se queda quieta. En medio de esa certeza, las palabras de Viáfara ya quedaron inscritas en la memoria colectiva: “la capital de la salsa es Bogotá, ya no puede ser secreto, ya dejó de ser Cali”.