Tras casi 14 años de reclusión, Víctor no solo ha encontrado en la educación un camino de superación personal, sino que se ha convertido en autor de seis libros, una hazaña impensable para muchos, pero que él y su compañero, Diego Alejandro Gutiérrez González, lo han logrado a pesar de las adversidades.
La inspiradora historia de Víctor fue escuchada en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo 2025, como un testimonio sobre el valor de la perseverancia y el poder transformador de la educación y el conocimiento. “Yo pensé, ‘me voy a morir acá, no sé qué voy a hacer'”, recuerda sobre sus primeros días en prisión. Fue en ese momento de desesperanza que oró pidiendo guía y encontró en Diego Alejandro Gutiérrez González no solo a un amigo, sino a un mentor, alguien con la paciencia para enseñar y motivarlo a “ser alguien en la vida”.
Yo pensé, ‘me voy a morir acá, no sé qué voy a hacer
Su camino educativo comenzó con la determinación de terminar el bachillerato, un logro que parecía lejano en la cárcel sin profesores. Con la ayuda de su compañero, se preparó intensamente y se graduó con honores. Siguió con un técnico en Gestión y Monitoreo Ambiental y luego otro en Sistemas, demostrando una sed insaciable de aprender.
El punto de inflexión llegó con la oportunidad de ingresar a la Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO, una puerta que se abrió para él, incluso obteniendo una beca por ser considerado un ejemplo para otros reclusos. El desafío era inmenso: las clases se impartían a través de la emisora UNIMINUTO Radio 870 AM – Tolima, de 7 a 8 de la noche, y Víctor debía escuchar atentamente para tomar apuntes y participar en las sesiones de retroalimentación semanales. Superó siete semestres de esta manera, combinando los estudios universitarios con los técnicos.
Los obstáculos no fueron solo académicos. Víctor relata las dificultades para poder asistir a las clases radiales debido a las restricciones impuestas por quienes los custodiaban. A veces, simplemente no los dejaban. Pero la negativa no apagó su determinación. “No me pueden cortar las alas porque yo quiero salir adelante”, pensaba, encontrando maneras de estudiar por la noche y “peleando” por sus derechos, no con violencia, sino “a punta de papel y lápiz”.
Esta dedicación no solo le ha brindado títulos, sino una profunda transformación personal. Víctor, quien admite haber sido “muy loco” y solitario antes de la cárcel, aprendió a valorar la amistad, la familia, especialmente a su hija Jimena y a su señora madre, y a manejar la tolerancia. Atribuye a UNIMINUTO y a sus profesores, el mérito de haberle abierto las puertas a la resocialización y de haberlo convertido en un “literato”, enseñándole gramática y las pautas para escribir. “Gracias a ellos soy el que soy porque ellos a mí me dieron la mano”, afirma.
Más allá de los estudios, la educación y la guía recibida impulsaron a Víctor y Diego a explorar la escritura. Desde 2012, comenzaron un “compendio de libros”. El primero, “Hacienda la Paz”, empezó a escribirse en 2013 y se publicó en 2018, con la ayuda de un sobrino. Le siguieron “Grafía” y “Designio 206393” en 2019, y “El Averno del Improperio” en 2022.
En 2024, sumaron dos obras más. Una, inicialmente titulada “Suicidio de un Gay”, fue renombrada a “Despedida de un Estudiante” tras una reflexión sobre el impacto del título. La sexta obra es una historia que, según Víctor, es un “boom” de acción y erotismo, escrita a mano, trasnochando, y que refleja una parte de su pasado “con otro nombre, otro sentido”. Estos libros, que abarcan géneros como ciencia ficción, terror, drama y poesía, están disponibles en formatos físico y digital en la plataforma Amazon.
La presencia de Víctor en la entrevista, en el marco de la FILBo 2025 donde Uniminuto conmemora los 70 años de El Minuto de Dios, subraya el mensaje central de su experiencia: la resocialización a través de la educación y la cultura es posible.
Su mensaje final es un llamado a la reflexión para jóvenes y adultos: “Querer es poder”. Insta a quienes se sienten limitados o desanimados a pensar en personas como él, que viven con apenas cuatro metros cuadrados de espacio. Les pide valorar a la familia, amar a los suyos y, sobre todo, pensar “dos y tres veces” antes de tomar un mal camino, recordando que entrar a la cárcel es fácil, pero salir es “muy difícil”. La historia de Víctor Augusto Zapata es un faro de esperanza que demuestra que incluso en las circunstancias más restrictivas, la mente y el espíritu pueden encontrar la libertad a través de los libros y la determinación.