Ante la crisis ambiental que se vive en las grandes ciudades, muchas personas con conocimientos técnicos suficientes han incursionado en, literalmente reciclar los autos de motor que consumen gasolina.
No son experimentos en la búsqueda de la fórmula del agua tibia, ya está en el mundo estandarizado el cambio de sistema, que se hace en cualquier país del mundo, usando motoreselectricos hechos para mover un automovil, reguladores de corriente y una gama de baterias cuyo límite es el presupuesto del dueño del auto convertdo de gasolinero a eléctrico.
En nuestro país transformar una auto no es cosa del otro mundo. En el caso de Bogotá se hizo una gigantesca conversión de motores de gasolina a diésel en la flota de los buses, lo que llevo hacia el presente la crisis del aire contaminado que respiramos en la ciudad. Legalmente estaba reconocida y sin problema alguno la transformación.
Esta realidad era aplicable a cualquier vehículo particular. Muchos dueños prefirieron cambiar motores a repararlos y el camino legal no representaba inconveniente alguno.
Hoy hacerlo con respecto del cambio de un motor de combustible fósil a eléctrico se ha convertido en una verdadero encuentro de abogados que representan a los dueños de estos autos ante las autoridades de reconocimiento de vehículos. ¿Qué ha hecho que un trámite tan sencillo, existente, tenga que llevar hasta emplear recursos como la tutela para tener el reconocimiento de estas tecnologías limpias?
En “El último café” conversamos con dos emprendedores, un mecánico y un abogado que se encuentran inmersos en la lucha por reconocer algo que ya de suyo existía en las normas que regulan el reconocimiento, permiso y circulación de los vehículos en nuestro país.