Por: Cristian Camilo Torres
Claudia López lidera las más recientes encuestas para la Alcaldía de Bogotá. La exsenadora adelanta por cómodos márgenes a sus inmediatos perseguidores. Sin embargo, López ha sido blanco de críticas en las últimas semanas a través de redes sociales. Sus permanentes contradicciones y cambios de posturas han hecho que hasta sus propios seguidores se alejen o la cuestionen.
Cuando en pleno debate de la W Radio, Claudia aseguraba que no había votado por Peñalosa porque sabía que él iba a botar a la basura el metro subterráneo y por ende no confiaba en sus propuestas; el candidato Galán le recordó que ella lo había apoyado muchas veces en sus múltiples candidaturas a la Alcaldía, e incluso había sido su jefe de campaña en la carrera presidencial de 2014. Algo que espantó de inmediato a quienes veían en ella una alternativa diferente a la administración actual, y que apenas sería una pequeña muestra de las contradicciones de López.
El año pasado, la bogotana, en compañía de su copartidaria del Partido Verde y hoy senadora, Angélica Lozano, fueron las cabezas visibles de la Consulta Anticorrupción. En un país como Colombia con cientos de escándalos de corrupción destapados, esta iniciativa era impulsada con mucha fuerza por parte de Claudia. Ella misma salía a decir que la consulta no tenía bandera política, y que más bien era la unión de la ciudadanía con el único objetivo de ponerle un alto a la corrupción. Pero, lastimosamente, en el aniversario de la Consulta, López invitó a los votantes de la iniciativa a ser parte de su campaña electoral. De esta forma era notorio el aprovechamiento por parte de la exsenadora por hacer de la Consulta un “trampolín” para alcanzar la Alcaldía de Bogotá.
Lo mismo ocurrió cuando López decía que su aspiración a la Alcaldía no involucraría campañas políticas de cara a las próximas elecciones presidenciales del 2022. En plena inscripción de su candidatura ante la Registraduría, Claudia López, después de defender el proyecto del Metro Elevado de la administración actual, resaltaría la compañía de su gran amigo y, en sus propias palabras, “futuro presidente de Colombia” Sergio Fajardo. Para quienes son olvidadizos, les recuerdo que Claudia fue la fórmula vicepresidencial de Fajardo en las pasadas elecciones a la Presidencia de la República. Las mismas en las que después de ser derrotado, el candidato dijo que no apoyaría a ninguno de los candidatos restantes, y que en cambio se fue a ver ballenas en la Costa Pacífica, debido a que no tendría planes de volver a participar en política, y que mejor continuaría con su vocación de profesor. Parece ser que las contradicciones fueron algo que adoptó muy bien Claudia de parte de su gran amigo.
Lo que está haciendo la candidata, a menos de dos meses para las elecciones, no solo sabotea su propia campaña sino que también llena de desconfianza y desconcierto a muchos de sus posibles votantes. Gran parte de sus simpatizantes llegaron a ella por su forma de actuar en el Congreso, donde se caracterizó por ser directa, frentera, propositiva y certera en sus acusaciones sin máscaras. Para infortunio de ellos, la presente incoherencia en sus ideas no es un buen augurio en aras de su posible victoria.
No queremos otro alcalde como lo fue Peñalosa que se alejó de la ciudadanía tras mentir sin descaro a lo largo de su mandato, lo que llevó la impopularidad de su Alcaldía a cifras históricas.
Si Claudia será la sucesora de un hombre rebatido permanentemente, debe saber que su proyecto no puede estar lleno de contradicciones como lo ha estado durante la mayor parte de su campaña.