Por: Daniel Rojas Chía
Algunas películas encierran mensajes que paulatinamente se hacen entender por medio de la historia o sus acontecimientos, pero la nueva adaptación de la novela de Paul Gallico entrega un cálido mensaje sobre lo mejor de la humanidad.
La película ubica al espectador en la Londres de la posguerra, luego de la segunda guerra mundial para ser más precisos. La nominada al premio Oscar Lesley Manville, construye un personaje llamado Ada Harris, actual y llena de fuerza en una historia donde se gana la vida limpiando casas. Luego de sentir la soledad de cerca desde que su esposo Eddie desapareció en combate y a pesar de las circunstancias, no se estaciona en las desgracias ni se queja de sus circunstancias. Sin embargo, cuando la pragmática señora Harris descubre un maravilloso vestido de Christian Dior colgado en el dormitorio de una adinerada clienta, se sorprende que sus anhelos vuelven a proyectar su vida.
Precisamente es allí, cuando la cinta encuentra un impulso con la idea de poseer algo tan etéreo, tan magnífico cuando se trata de una obra de arte, una pieza de alta costura que puede cambiar la vida de alguien.
Desde que se va construyendo el personaje de Ada, se teje el perfil de una persona bondadosa, el cual aparece parece excesivo, pero sin duda bien logrado y bien estructurado bajo los acontecimientos en los que se desenvuelve la película, acompañados de otros personajes bien construidos para el andamiaje de la trama como la maravillosa actriz francesa Isabelle Huppert (Claudine Colbert).
Son precisamente sus personajes, uno de los fuertes de la narrativa de la cinta dirigida por el estadounidense Anthony Fabián, ya que son coherentes y visiblemente bien guiados por su director. El actor francés Lucas Bravo (André Fauvel) acompañado de la bellísima actriz portuguesa Alba Batista (Natasha) desarrollan la historia de amor, logrando encaminar uno de los homenajes que hace la cinta, en este caso a la impactante París.
Asimismo, la cinta logra construir uno de los homenajes más bellos a la moda y la alta costura, resaltando la labor de todas las manos que lo hacen posible, con una bella dirección de arte y los planos generales que logran captar el movimiento de la moda con sutiles cámaras lentas y numerosos primeros planos a sus actores que con creces cumplen con un gran trabajo como el de Jason Isaacs (Archie) o el de Lambert Wilson (El marqués de Chassagne).
Cabe resaltar, sin duda, el trabajo de su protagonista, el cual cumple con creces lo que exige una historia que resalta el intelecto y la tenacidad de todo personaje femenino. Ese es otro acierto en la historia y por lo cual la hace tan actual, estimulante y reconfortante.
Una historia que resalta las muchas cosas buenas que tiene el ser humano como la bondad y el impulso de ir tras los sueños, sin necesidad de hacer daño a nadie para poder lograrlo en el marco de una puesta en escena impecable en una hora y cincuenta y cinco minutos donde le aseguro va salir satisfecho si gusta del género de la comedia dramática.