Por: Juan Sebastián Beltrán Peña
A lo largo de las últimas décadas hemos podido ser testigos de los cambios geopolíticos que han experimentado los territorios pertenecientes a América Latina, donde la predominancia histórica ha tendido hacia corrientes ideológicas de derecha y su correspondiente vertiente extrema, la ultraderecha, que han contribuido poco o nada para el beneficio tanto de sus poblaciones como al desarrollo potencial que podría tener la región con buenos manejos.
Esta revolución geopolítica latinoamericana se ha consolidado el domingo 30 del 2022 de octubre con la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, el país más grande de todo Sur América, el cual contribuyó a que el 86% del territorio sea gobernado por presidentes con ideologías progresistas de izquierda.
El cambio inició en 2018 con la victoria de Andrés López Obrador en México, posteriormente países como Argentina, Bolivia, Honduras y Perú, para continuar con Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, siendo estas victorias históricas y demostrativas de la renovación, tanto social como política de Latinoamérica, estás aún más explícitas y directas con los resultados de las últimas votaciones del Brasil.
Se debe tener en cuenta que la victoria de Lula en Brasil corresponde a su tercer mandato, dado con un margen muy limitado con su contrincante Jair Bolsonaro a quien venció con menos de un punto porcentual de diferencia y se presenta luego de un proceso judicial contra Lula da Silva por corrupción del cual, según investigaciones, se ha demostrado que fue diseñado para dañar la imagen del político, gracias a ello, salió libre y absuelto de todos los cargos.
Lula ha tenido vida política desde muy temprana edad, siendo líder sindicalista cuando era obrero metalúrgico, luchando por los derechos laborales de los obreros y llevando esto posteriormente como estandarte en medio de sus periodos presidenciales, en donde la protección del medio ambiente, las políticas laborales y las obras sociales destacaron, dejando así el país con la brecha de desigualdad más baja en la historia del territorio, a su vez que tenía la popularidad y aceptación más alta.
Esta revolución presenta un panorama alentador para la región, donde se están formando sociedades más conscientes y responsables socialmente las cuales saben elegir y ser elegidas; quizá esto sea el primer paso para que América Latina se desarrolle como la potencia que siempre debió haber sido.