Por: Laura Valentina Parra Quintero
Floralba Escobar Rodríguez de 59 años fue una de las tantas mujeres afectadas por la pandemia y el desempleo. Es una modista con más de 30 años de trayectoria, que contaba con su propio local en la localidad de Bosa en Bogotá, donde confeccionaba vestidos de novia y para fiestas de 15 años. Cuando empezó la cuarentena su negocio empezó a decaer, las deudas se incrementaron y cada día era más difícil suplir sus necesidades. Para comienzos de septiembre de 2020 se vio obligada a cerrar y dejar de lado todos sus proyectos.
Tuvo que trasladar su trabajo a su casa y buscar alternativas que le ayudaran a generar ingresos. Entonces tomó la decisión de hacer tapabocas y así logró algunas ganancias, actividad que sin embargo no era muy rentable. Aunque pidió ayuda del gobierno y de diferentes bancos, la respuesta fue negativa. Gracias a la fidelidad de los clientes de antes empezó a surgir, y ahora espera retomar su negocio en un lugar más accesible para su clientela.
Cristina Muñoz de 39 años fue otra de las mujeres que sufrió la crisis económica por desempleo. Antes se dedicaba a labores domésticas en tres hogares diferentes, uno de ellos el de Diana Garzón a cuya casa iba dos veces por semana. cuando empezó la pandemia y las clases pasaron a la virtualidad, los empleadores permanecían más tiempo en sus casas, por lo que decidieron prescindir de sus servicios. Quedó desempleada, lo cual la obligó a devolverse a Tunja, su ciudad natal. En noviembre de 2020, pasado un mes y al ver que no encontraba otra fuente de ingresos, tomó la decisión de volver a Bogotá donde no le fue posible reintegrarse a sus trabajos. Regresó a Tunja para dedicarse a las labores del campo en compañía de sus padres.
De enero a marzo de 2020, antes de que empezara la pandemia, la cifra de desempleo se ubicó en 9,8% para los hombres y para las mujeres en 16,4% según el DANE, y de marzo a mayo del mismo año, a inicios de la crisis sanitaria, las cifras aumentaron, pues la tasa de desempleo en hombres fue de 15,2% y en las mujeres fue de 21,4%. Para el año 2021, el último boletín emitido por el DANE muestra que entre mayo y julio la cifra respecto a los hombres se ubicó en un 12,0% y para las mujeres en un 19,1%.
La gráfica a continuación muestra de manera más detallada las cifras correspondientes entre enero del 2020 y julio de 2021.
Estefanía Montoya, socióloga y magister en medio ambiente y desarrollo, afirma: “Hay un sesgo de género bastante marcado en el mercado laboral colombiano, que tiende a reconocer con mejores salarios y mejores posiciones a los hombres”. Montoya señala que es evidente como la mayoría de cosas en la vida están organizadas por un sesgo patriarcal, el mundo está organizado con una posición de privilegio para una masculinidad hegemónica, que les dificulta a las mujeres tener un lugar en los mercados laborales. Por efectos de la pandemia las mujeres asumieron mayoritariamente las labores del cuidado de sus hijos y de sus familias, un sacrificio que tiene como consecuencia la eliminación de sus fuentes de ingresos, que las lleva a postergar su vida productiva.
Montoya asegura que se debe seguir creando conciencia sobre las posiciones de desventaja estructural que tienen las mujeres en el mercado laboral colombiano, y plantea la posibilidad de considerar el cuidado como otro sector de la economía, donde se contemple la remuneración por las labores que realizan las mujeres en sus hogares. “El país va en una senda de recuperación, sin embargo, las mujeres quedan en un rezago impresionante”, agrega Montoya.
Según las cifras y estos testimonios, las mujeres son las más afectadas por el desempleo en Colombia, marginación que se incrementó durante la pandemia.