El nacimiento de Jesús es un llamado a renacer interiormente. En Belén, Dios nos mostró que la verdadera fuerza está en la mansedumbre y que la esperanza brota incluso en las circunstancias más humildes. Quien acoge a Cristo en su corazón descubre una vida nueva que transforma la manera de mirar el mundo.
Esta Navidad es una invitación a abrirnos a ese amor que une, sana y pacifica. Cuando Jesús nace en nosotros, renueva nuestras relaciones, fortalece nuestros pasos y nos enseña a vivir con un amor más profundo. Su presencia nos impulsa a construir puentes donde otros ven muros.
Que esta celebración sea un tiempo para abrazar la fe, la unidad y el sentido de familia que menciona el padre Camilo Bernal. Que el Señor encuentre en nosotros un pesebre dispuesto, donde su esperanza pueda florecer y multiplicarse. Y que su luz nos acompañe en cada decisión del nuevo año.








